Perspectiva

Por Marcos Pineda

Hay tres posiciones fundamentales en torno a la crisis de representación política que aún antes de que inicie el nuevo gobierno municipal ya están en pugna. Por un lado, la de los seguidores del alcalde electo, Antonio Villalobos Adán, y de él mismo, por supuesto. Que no renuncia, rendirá protesta y gobernará Cuernavaca. Por otro lado, la de los que argumentan contar con elementos jurídicos para impedir que asuma el cargo el primero de enero de 2019, que será nombrado un (a) interino (a) por un periodo de tres meses, en tanto el Congreso resuelve quién ocupará la silla y se desahogan los procesos en tribunales a que haya lugar. Y en un tercer lado, la de quienes con argumentos simplistas se contentan con llamar a la reconciliación, asumiendo una cómoda posición de imparcialidad a favor del bienestar de los habitantes de Cuernavaca.

Todos ellos en busca de ser considerados de alguna manera en el nuevo gobierno, ya bien con cargos públicos, favores e incluso privilegios. Pero en medio de lo que ya es una crisis de representación política en la capital morelense. Y lo es porque el enfrentamiento entre niveles de gobierno, de lo político a lo personal, lo vimos en el choque entre Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco hace poco, en nada beneficia y mucho perjudica finalmente a la población.

Para unos, las amenazas y atentados contra los Villalobos, son un montaje que busca victimizar y legitimar al alcalde electo. Para otros, son una muestra de lo ruines, perversos e inescrupulosos que pueden ser los que están atrás de tales acciones. Pero a la mayoría de la población cuernavaquense le tienen sin cuidado estos pleitos. Sus preocupaciones cotidianas son otras: las deficiencias en los servicios públicos y la inseguridad, por ejemplo.

En otro momento, vamos analizar en este espacio los escenarios de lo que se avecina. ¿Qué pasaría si asume o no el cargo y en qué condiciones, una y otra? Por lo pronto, la moneda sigue en el aire.

Para iniciados

Partidos políticos. En el PAN ya pronto habrá humo blanco sobre quién habrá de dirigir a ese partido en Morelos. Ninguno tiene nada asegurado y todos se están dando hasta con la cubeta por debajo del agua. Sin embargo, aparentan a la luz pública que su proceso de elección es limpio y democrático. A quienes les interese el tema del PRI, más desgastado que nunca en el estado de Morelos, no es uno, que sino cuatro procesos de expulsión siguen su curso en el Comité Ejecutivo Nacional contra el actual sedicente líder tricolor. Y en el PRD la crisis sigue su curso y pronto se pondrá peor, en cuanto comiencen a llevarse a cabo procesos de investigación contra líderes y ex representantes, prominentes perredistas y graquistas, que serán señalados por diversos actos de corrupción durante el gobierno y la legislatura anteriores.

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