Perspectiva

Por Marcos Pineda

Aunque ha sido complicado llegar a una definición consensada del concepto de Terrorismo, el grupo de expertos de alto nivel sobre amenazas, desafíos y cambios de la ONU, a finales de 2004 elaboró la más aceptada hasta el momento, misma que sintetizo: “Cualquier acto… destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil… cuando el propósito de dicho acto… sea intimidar a una población u obligar a un gobierno u organización… a realizar una acción o abstenerse de hacerla.”

El investigador Schmid, en 1988, aportó más elementos para comprender qué es el terrorismo. Entre ellos se encuentran el que los actos terroristas son perpetrados por individuos o grupos clandestinos cuyos blancos directos no son los principales, sino son víctimas elegidas al azar y usadas para enviar un mensaje. Las víctimas son puestas en peligro y afectadas para manipular al destinatario final del mensaje que los agresores pretenden hacer llegar y a la audiencia que se entera de acto cometido.

Resulta muy difícil para gobierno aceptar que se están cometiendo actos de terror, porque política y popularmente le significa un costo muy elevado. Lo más probable es que ni el gobierno de Cuauhtémoc Blanco, el de Antonio Villalobos y otros ediles, así como el mismísimo Gobierno Federal no quieran reconocerlo. Sin embargo, las evidencias sobre los ataques armados a bares y centros nocturnos en Cuernavaca, Yautepec, Zacatepec y Jojutla cubren todas las características para ser considerados actos de terror, entre otros mensajes que ha enviado el crimen organizado a los diferentes gobiernos y personajes públicos.

No voy a abundar más al respecto, mejor que cada quien se forme su propia opinión al respecto. Pero tampoco voy a dejar de señalar que no se debe permitir que estos actos se sigan produciendo ya que están aumentando el estado de ansiedad, miedo e incertidumbre entre la población morelense.

Para iniciados
La pésima operación de los servicios municipales en Cuernavaca está dejando más que insatisfecha a la población. Colonias enteras que siguen sucias, parecen estar en el abandono, y no les llega el agua potable con regularidad. Las protestas vecinales van al alza y muy pronto el malestar social se cristalizará en demandas al alcalde, Antonio Villalobos, para que haga algo más que dar declaraciones a los medios de comunicación y hacer política, que dé resultados y soluciones concretos a las necesidades de la población. De no hacerlo pronto, el beneficio de la duda que se ha otorgado a su gestión terminará en repudio y escarnio popular.

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