Las saladitas son horneadas

Por Marcos Pineda

Ralf Dahrendorf, uno de los sociólogos y politólogos más reconocidos por los especialistas en la Teoría Política y la Teoría de la Democracia, profundizó en la relación que existe entre los conflictos de intereses y la necesidad del consenso en las sociedades democráticas. Desde su perspectiva, tanto el conflicto como el consenso son necesarios para el sostenimiento de un sistema democrático.

Como siempre habrá enfrentamiento entre los intereses de los diferentes sectores sociales, políticos, empresariales e incluso entre las cúpulas del poder y no es técnicamente posible poner a votación todas las decisiones que impactan de una o de otra manera a esos intereses el consenso es la vía para la solución del conflicto. Para Dahrendorf este en problema de posiciones, no de individuos.

Todo esto en teoría suena muy bien, porque una sociedad democrática en la que las políticas públicas gozan de consenso es capaz de sostenerse aun ante los más fuertes embates de los adversarios políticos al régimen que gobierne. Sin embargo, si el consenso no es suficiente o no es real, si es manipulado o artificialmente construido con estrategias mediáticas, de una u otra manera comenzarán a levantarse voces críticas, análisis que señalen las debilidades o de plano las falsedades o engaños que pretenda llevar a cabo una determinada cúpula de gobierno, escenario que históricamente está demostrado a plenitud.

Cuando estas voces críticas tienen el suficiente sustento y pueden convertirse en un riesgo para el consenso y eludirlas o minimizar su impacto no resulta viable, los gobiernos optan por distraer la atención de las masas con temas de interés mediático, que nada tienen que ver con el verdadero conflicto, mientras prolongan el usufructo político, electoral y económico de las políticas o de las decisiones cuestionadas. Algo así como cuando coloquialmente se quiere salir de una discusión entrampada poniendo en la mesa el debate sobre si las saladitas son horneadas o no.

En los próximos días y semanas veremos si el actual régimen de la cuarta trasformación acepta el reto de encarar y discutir, con seriedad y profundidad, las críticas sobre la forma de proceder en temas como la asignación directa de contratos de gobierno, la partida presupuestal de 120 mil millones de pesos que dispondrá a su entera decisión el presidente de la República, las reformas a las instituciones democráticas que tiene por objeto lograr una mayor centralización del poder y los demás que diariamente estamos conociendo o si bien apuesta por la mediatización de temas como el de la persecución judicial del ex presidente Peña Nieto y algunos de sus colaboradores, por poner un ejemplo.

Para iniciados
Trascendió que este fin de semana comenzaron los acuerdos entre el gobierno de José Manuel Sanz y once de los veinte legisladores para acordar quiénes ocuparán las posiciones que faltan por asignar en la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización, el IMIPE e incluso el propio gabinete. Parece que la división de poderes en Morelos está muy lejos de ser real y efectiva, sino sigue siendo un asunto de componendas, negociaciones y reparto de cuotas, de espacios. Y todo ello en lo oscurito o bien en la fiesta, que por cierto se le da muy bien al gabinete de Blanco.

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