Francisco Hurtado Delgado

El acoso, la discriminación, la exclusión, la estigmatización y la violencia son algunas de las manifestaciones de rechazo social hacia el colectivo LGBTTTI, especialmente, hacia las personas con preferencias sexuales diferentes. Cabe preguntarse entonces porque desde 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó de la lista de enfermedades mentales a la homosexualidad. Pero cada vez existe más una tendencia que defiende a una heterosexualidad dominante y que para algunos se vuelve en desprecio, odio y rechazo a este sector social; sin embargo, que podrá ayudar más a los gobernados ¿Qué los gobernantes estén seguros de su sexualidad o un mal y pésimo desempeño del servicio público? ¿Qué eliges?

En primer lugar, debe quedar claro que para que exista la democracia, no debe haber discriminación y exclusión; es decir, que el derecho a participar para un espacio público de elección popular es en general, sin importar la preferencia sexual, un derecho constitucional, porque entonces los prejuicios sociales contra estos grupos humanos conducen a la limitación e incluso a la negación de su derecho al sufragio.

Teóricos de género como Michel Foucault se han preocupado por desmantelar la dureza, tanto cultural, como conceptual de las categorías con las que se ha estudiado y analizado la sexualidad humana; Foucault se pregunta en el primer volumen de Historia de la sexualidad: la voluntad de saber acerca del porqué de esa “Censura respecto al sexo” y se auto contesta citando que, más bien se ha construido un artefacto para producir discursos sobre sexo, siempre más discursos, susceptibles a funcionar y de surtir la economía misma.

Lo anterior nos deja claro que la variación de discursos de poder condiciona la aparición de una economía de placeres, fuertemente androcéntrica y excluyente. Es importante tener un enfoque de derechos humanos y que sea implementado para abatir la exclusión, nuestra convicción es hacer accesibles y asequibles los derechos políticos a todas las personas en una nación.

La diversidad sexual alude a las diferentes expresiones y formas de relacionamientos sexuales entre las personas, esto es, a las identidades de género no normativas. Las personas del colectivo LGBTTTI (lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersex) tienen los mismos derechos políticos que las demás, y su derecho al voto y a la participación en los procesos políticos debe ser garantizados, puesto que además es uno de los principales medios con los que cuentan, como parte integrante de la ciudadanía, para hacerse escuchar, exigir sus derechos y expresar su voluntad.

Luchar contra la homofobia, trasfobia y bifobia  día a día es necesaria para educar a la sociedad sobre las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero y; sobre todo, lo urgente es abogar por las políticas públicas sensatas con respecto a las personas LGBT; reitero, una democracia debe garantizar el derecho a votar y ser votado, toda vez que es un derecho universal y sin distingo; lo urgente y necesario, me parece, es mejor tener gobernantes calificados por la eficacia y eficiencia en lugar de perder el tiempo en entrometerse en conocer la preferencia sexual. Una sociedad madura debe respetar el derecho del otro y su libre autodeterminación.

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