Por José Luis Garcitapia

Félix Salgado Macedonio siempre fue el candidato de Andrés Manuel López Obrador al gobierno de Guerrero y nada ni nadie podría siquiera cambiar la decisión personal del quien habita el Palacio Nacional, como el pequeño rey que siempre quiso ser y que hoy disfruta serlo, pues la sumisión de los demás y la subordinación de las instituciones siempre fueron su anhelo, desde que era priista.

Las denuncias por violación de mujeres que existen en contra del político guerrerense -mejor conocido como “El Toro sin tranca” y cuyo apodo lo describe por completo-, la inconformidad de más de 500 mujeres militantes de Morena, de grupos feministas e intelectuales, no iban a modificar la decisión ya tomada.  

Como en el viejo régimen priista, el presidente López Obrador se convirtió en el gran elector, el que decide a su voluntad, conveniencia, intereses y caprichos quiénes deben ser los próximos gobernadores de México, aunque ello represente un agravio a los ciudadanos y a los electores, pero en el caso de Salgado Macedonio a las mujeres de Guerrero y la lucha feminista de México.

El anunció de Morena de reponer el procedimiento de elección de candidato a Gobernador de Guerrero siempre fue una farsa y el nuevo resultado de la encuesta una burla para las mujeres y los ciudadanos de Guerrero; no está en duda que Salgado Macedonio es el más conocido, pero no el más popular y que el acumula más negativos entre los guerrerenses.

La farsa morenista tuvo como objetivo reducir la presión social, feminista y política previo al Día Internacional de las Mujeres, el 8M, para que la convocatoria a la movilización nacional no tuviera como bandera el rostro de Salgado Macedonio. Y el anuncio de la ratificación de El Toro como candidato se dio en la noche del viernes (ayer) en pleno inicio de un Fin de Semana Largo.

Previo a todo esto, el presidente se dio a la tarea de descalificar al movimiento feminista nacional, de menospreciar la capacidad de diserción y decisión de las mujeres que participan en éste, a asegurar que eran manipuladas por los conservadores; y rechazar el uso de la violencia en las manifestaciones, pero sin condenar la violencia en contra de las mujeres.

Incluso, aseguró que el Pacto Patriarcal era una concepto extranjero, importado, y reconoció que no sabía el contenido del concepto sino hasta que Beatriz, su esposa, se lo explicó; es claro que el presidente no entiende la lucha de las mujeres y cree que todo no pasa por él va en su contra y de la Cuarta Transformación.

Peor aún, al ser cuestionado sobre la candidatura de Félix Salgado Macedonio descalificó a las víctimas, al considerar que era un tema por la coyuntura electoral, acusó a los conservadores, como llama a quien no piensa como él, de financiar el movimiento feminista; aseguró que nunca había habido reclamos como esto; y dijo que los medios e intelectuales participan en un linchamiento político, como si él, y la Oficina de la Presidencia, no lo hicieran todas las mañanas.

“Ya chole” dijo el presidente a las mujeres que un día sí y otro día también exigían poner fin a la candidatura de El Toro; y dejó en manos de los electores de Guerrero la decisión final, porque la suya no se iba a mover nunca.

Andrés Manuel López Obrador poco a poco se convierte en lo que dijo odiar en los últimos 30 años, al regresar a México al Régimen Presidencialista, concentrador de poder y decisiones, como lo ejercieron sus mentores políticos Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid.

@PepeGarcitapia

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