La definición sobre las postulaciones que harán los partidos políticos está, cada vez, más cerca. Ya desde el proceso de selección de quienes encabezarán la competencia por los ayuntamientos y los distritos electorales, los institutos políticos enviarán un primer y contundente mensaje a los electores, constituido por más que la imagen pública de quienes sean designados, sino también por la congruencia y sintonía con lo que los electores esperan de los partidos.
Aunque tienen tiempos diferentes al interior de los partidos y las coaliciones, las fechas fatales establecidas en el calendario electoral ya los comienzan a presionar. Vimos, por un lado, a las coaliciones nacionales apresuradas por contar con precandidatas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, que pudieran aprovechar todo momento para generar visibilidad y respaldo. Aunque luego, al comenzar el periodo de negociaciones para la designación de las demás candidaturas se comenzaron a entrampar.
Por otro lado, en las entidades federativas, los diferentes contextos y liderazgos regionales, nada dispuestos a someterse a la centralización de las decisiones, dificultaron enviar mensajes de unidad a los posibles electores. Todo lo contrario, hasta donde menos se esperaba, las pugnas internas por obtener candidaturas mantienen la expectativa de sensibles rompimientos que pudieran afectar las preferencias electorales.
Entre Morena y sus aliados las diferencias en lo local son cada vez más notorias. Ya deben tener claro que, para no terminar de romper en ayuntamientos y distritos, tendrán que ceder, pues la pura marca partidaria ahí no es garantía de triunfo. Para la coalición opositora, la definición de perfiles competitivos, con posibilidades reales de ganar, es el reto.
Suelen enviarse mensajes anticipados, que conocemos como filtraciones, para valorar las respuestas, a las que llamamos reacciones, antes de tomar las decisiones finales, no obstante que, incluso dentro de los periodos ya de contienda constitucional pueda todavía haber cambios.
En Morena ya dan por hecho que mañana, el expanista, Javier Bolaños, sería anunciado como el abanderado para la capital de Morelos, para el ayuntamiento de Cuernavaca. Andrés Bahena, con trabajo en tierra, pero casi nada conocido mediáticamente, iría al distrito 2 con cabecera también en Cuernavaca. El atorón está en el distrito 1, donde el respaldo de la candidata a la gubernatura es para Luis Alberto Machuca Nava.
¿Dónde radica el problema? Si las candidaturas de la demarcación, es decir, el Ayuntamiento y ambos distritos electorales, recayeran en puros hombres, no sería un buen mensaje en temas de género, particularmente para las mujeres que demandan históricamente condiciones de igualdad y equidad. Todavía menos si la candidatura a la diputación federal también fuera para un hombre. Sin embargo, también nos comentaron que nada está definido del todo, que estos trascendidos de radiopasillo generarán reacciones que el mismo día de hoy serán analizadas en las cúpulas que toman las decisiones y, quizá mañana, a la una de la tarde, pudieran confirmarse con la presencia de un enviado del Comité Nacional de Morena. Pero, las monedas de la suerte siguen en el aire, como siempre ha sucedido en nuestro sistema de partidos.
Y para iniciados:
Morena tendrá una titánica tarea para contener las críticas a su proceso de designación de candidatas y candidatos. El experimento de centralizar las decisiones, tratando, a la vez, de dar una impresión de organización y unidad, publicando hasta los calendarios para dar a conocer los resultados de las encuestas, desde las propias convocatorias partidarias, se empantanó. Han tenido que ir dando a conocer a los ungidos a cuentagotas, prorrogando una y otra vez. Siempre con el fantasma de la ruptura a cuestas. Ni los más leales a la 4T creen ya que haya sido verdad que las encuestas iban a ser el instrumento para que el pueblo decidiera, porque todo se está definiendo en las mesas. Mañana veremos si de verdad pudieron planchar los acuerdos con los inconformes.
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