Perspectiva

Hacia la Fase III

Por Marcos Pineda

Es inevitable llegar a la Fase III de la pandemia de #Coronavirus. No sabemos en cuál, pero sin duda en los próximos días la OMS nos asignará ese lugar en el concierto de los 210 países donde ya está presente el virus, cuyo nombre técnico es #SARSCOV2. Las autoridades sanitarias de nuestro país han sido muy claras en que ya está afectando y afectará mortalmente en mayor medida a los grupos de riesgo, los adultos mayores y los adultos jóvenes.

La ruta de afectaciones, en todo el mundo, va mucho más allá de la salud pública en sí misma. Ha dañado y sigue dañando severamente las economías nacionales y la internacional, está teniendo efectos en el tejido social, en las relaciones sociales y familiares. Estos efectos ya están siendo estudiados por científicos en diversas partes del mundo. Si bien todavía no tenemos la evidencia científica suficiente para obtener conclusiones al respecto, los diversos grupos de investigación que integramos, incluso investigadores mexicanos, especialistas en diversas áreas de conocimiento, sí coincidimos en que habrá un antes y un después de la pandemia.

Científicamente, se tiene la certeza de que la pandemia no se va a detener. Los contagios van a continuar. En México, tal como lo ha hecho público la Secretaría de Salud, al menos el 67% de los habitantes y quizá hasta el 80% llegarán o llegaremos a estar infectados, ya sea que tengamos síntomas o no. Ya sea que se pertenezca al 15 por ciento de los que tendrán síntomas graves, al 80% que quienes tengan síntomas leves o al 5% que probable y lamentablemente fallecerán.

Se han multiplicado las teorías de la conspiración, elucubraciones sobre estrategias diseñadas por perversas y privilegiadas élites del poder económico internacional. Se han difundido incuantificables noticias falsas, recomendaciones banales y, por supuesto, remedios o defensas fetichistas, mágicas o fanáticas, sin ningún tipo de sustento más que la mera creencia colectiva. Nada más dañino que eso. La ignorancia juega en contra de los esfuerzos para combatir de manera eficiente a este peligroso enemigo microscópico. Sea cierto o no que detrás exista algún tipo de conspiración, el virus es real, los contagios y las muertes son reales, y el alcance de los daños es enorme en muy poco tiempo, en cuestión de semanas, como lo podemos constatar con la experiencia italiana, española o estadounidense. Más de sesenta mil fallecidos en esos países, en un par de meses, dan cuenta de ello. Y ¿cuáles son los países más afectados? Pues aquellos que no tomaron medidas a tiempo, que no se la creyeron.

Para iniciados

La Secretaría de Salud del Gobierno Federal ha sido proactiva y propositiva. Le ha costado mucho convencer al presidente de la República que se trata de un tema de seguridad nacional, muy serio y profundas consecuencias. Pero parece, que a López Obrador todavía le falta comprender el impacto que ya está teniendo el que no se tomen medidas para apoyar no solamente a los sectores más vulnerables, a los más pobres, sino todos los mexicanos que lo necesiten. En cambio, en el estado de Morelos, hemos visto lo que desgraciadamente ya esperábamos. Un gobierno reactivo y no propositivo, que está a la espera de lo que dicte la federación y hasta que no tiene de otra, hasta que no aguanta la presión social, convoca a la unidad. A destiempo, claro. Morelos tiene un gobierno que solamente reacciona cuando ve que los intereses políticos de la cúpula en el poder están en riesgo, pero lo hace con soberbia, sin aceptar sus responsabilidades, sus errores y omisiones y echando la culpa a fantasmas políticos que le siguen quitando el sueño. Así, en este y otros sentidos, ha quedado en evidencia que Cuauhtémoc Blanco ya le falló demasiado a Morelos. Ya no sabemos a qué vino, pero sí sabemos que sería mejor que se fuera por donde vino.

Excelente martes.

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