Perspectiva Electoral

Por Marcos Pineda

Hace no muchos años, particularmente antes de las reformas electorales de 2014, las campañas federales y las locales no sólo eran extensas, sino también demasiadas. Aunque el espíritu de las reformas ha sido disminuir los tiempos en que los electores están expuestos a los mensajes de los candidatos, los líderes partidarios y la propaganda política, los políticos encontraron la manera de darle la vuelta, bajo figuras como las de los procesos internos de selección, precampañas y demás.

Hubo una época en que la sociedad en general, durante sexenios y trienios, fue acumulando una especie de hartazgo en torno los temas relacionados con la política. En tiempos electorales se cansaban de ver la propaganda por todos lados, la acumulación de basura producto del abuso en la colocación de mantas y pendones. Incluso había estados de la República en que casi cada año había un proceso electoral diferente, debido a que sus fechas de procesos electorales locales no coincidían con las federales. En Veracruz, por ejemplo, un año tenían la elección de gobernador, al siguiente la de presidentes municipales, en el otro la de diputados locales y las federales el año que no había locales. Era como estar en campañas casi permanentes.

Las leyes se han venido reformando y ya son muchas menos las entidades que no tienen procesos electorales concurrentes con las elecciones federales. Se ha limitado el tipo y los espacios autorizados para la colocación de propaganda política y los tiempos para la realización de actividades electorales. Se prohibió a candidatos y partidos la contratación de tiempos en radio y televisión, otorgándoselos ahora mediante la distribución de tiempos oficiales, lo que por cierto benefició muchísimo a los partidos pequeños, que carecían de las millonarias cantidades que los grandes sí podían contratar para hacerse promoción.

Con todo y la serie de reformas a las leyes y los reglamentos sobre la propaganda política y las campañas electorales, sumando incluso los programas, del entonces IFE y ahora INE, para la promoción de la cultura democrática y la participación ciudadana, las estadísticas nos muestran que no se han incrementado los niveles de interés en los asuntos públicos, ni ha disminuido la mala opinión que tiene la población en general sobre los partidos políticos.

A lo más, se ha incrementado la percepción negativa de los actores políticos, en tanto instituciones, como cuando se habla de personas en lo particular. En otras palabras, la gente está harta de la política, pero ese hartazgo se volvió focalizado. Se hartó de ciertos políticos y de ciertos partidos, según el caso y el lugar. A la política y los partidos los siguen viendo igual o casi igual, a los políticos los ven peor.

Incluso, políticos y partidos, llegaron a pactar treguas navideñas hace unos años, para darle un respiro a la sociedad, y claro, de paso darse unas vacaciones. Ahora deberían hacer un pacto para elevar el nivel de la política, pero no en el discurso, sino en la realidad, para darnos un descanso de las guerras sucias, los dimes y diretes, de esta política de la que ya estamos tan decepcionados y no vemos que haya quienes puedan darle ese nivel, esa altura, ese profesionalismo que podría, quizá, hacernos cambiar de opinión.

Y para iniciados

Los partidos MAS y MÁS, Movimiento Alternativa Social y Más Apoyo Social, esos que ahora disputan por el uso de las siglas e intercambian acusaciones sobre los perversos intereses que persiguen sus líderes, tienen un mismo origen, por eso no nos extraña el comportamiento ni la soberbia con la que actúan sus dueños. Los dos provienen del PRI, los dos tienen manos que los dirigen desde afuera. Ahora resulta que Matías Nazario es acusado por Diego Gómez y dice que acudirá a tribunales, que porque lo que busca Matías es dinero. Yo le pregunto a usted ¿ha sabido alguna vez de un político en Morelos que no busque dinero?

Excelente martes.

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