Por Jorge Meade Ocaranza

En Morelos, el proceso electoral del 2009 representó un repunte del PRI, recuperándose la capital, municipios y espacios en el congreso federal y local.
En las elecciones del 2012, el partido en en el Estado, (aún sin candidatos), registraba una ventaja de un 20% a otras fuerzas, por lo que en un proceso interno altamente cuestionado, Amado Orihuela fue el candidato del PRI a la gubernatura. Amado, un modesto productor de caña de azúcar con poca extensión de tierra, inició su carrera política como presidente municipal de Mazatepec; alternaba su actividad con las organizaciones cañeras de la región, todas relacionadas con el ingenio de Zacatepec. Luego, el PRI perdió la gubernatura en el año 2000, por lo que Orihuela nunca conoció un liderazgo de un gobernador priista, lo que le permitió acordar directamente con gobernadores del PAN y PRD; fingía ser opositor, aunque nunca se pronunció realmente contra ellos, su avance en las organizaciones cañeras le permitieron su arribo a la dirigencia de la CNC, además de ir ampliando sus tierras y consolidar su liderazgo con los cañeros. La ausencia de recursos y liderazgos, dieron las condiciones para construir un cacicazgo en la región sur del Estado, el cual se fue extendiendo. Es decir, nunca tuvo límites, su fortuna en bienes materiales y políticos se fue consolidando, supo ligarse al líder nacional cañero y simultáneamente crecieron sus excesos; gustaba rodearse de jóvenes con quien compartía frecuentemente fiestas, jaripeos y sus reuniones cobraron fama.
A Amado nada lo limitó en su región, abarcando desde Zacatepec, pasando por Mazatepec hasta Amacuzac, Xochitepec, y su influencia creció, ya sea por la buena o por la mala, gozaba de recursos e impunidad política y protección. Luego, aprendió rápidamente a emplearse con los gobernadores en turno, a servirles y a servirse de ellos.
Se dice ingeniero agrónomo de profesión, pero no se conoce que haya ejercido o trabajado en ello, e incluso si haya terminado la carrera. Amado Orihuela entendía al PRI como un instrumento político para ganar espacios, de escasas convicciones y principios; él tenía su PRI a modo. A Amado, el PRI le dio todo: le permitió su arribo al Congreso local y federal (incluso dirigirlo), en resumen: militaba en el PRI a su modo.
En el 2012, con la candidatura de EPN para presidente de México, inició su campaña con un partido con el 30% de ventaja; nunca pensó en perder.
No se le escatimaron recursos financieros, materiales y políticos, todo lo tuvo, le alinearon a los Partidos Verde, Nueva Alianza y al final pasó lo increíble para el: perdió.
Sus excesos, festejos anticipados, sus permanentes ausencias e impuntualidades (sumadas a una etapa de soberbia), fueron mermando su ventaja. Amado no se preparó para los debates, reuniones y así fue cómo continuó mostrando sus debilidades y limitaciones; poco a poco fue perdiendo simpatizantes y espacio, colocando amigos, compadres e incondicionales en candidaturas en todos los cargos, desplazando a priistas con méritos y trayectoria y se condujo como amo y señor. Desde entonces, ha culpado a todos de su derrota, «me vendieron, me entregaron», decía. En fin, fueron múltiples las versiones que daba para justificar su derrota. Nunca admitió que fue él, el primer responsable y se agotó su buena suerte por sus abusos.
A partir de esto, se dedicó a cobrarle al PRI su derrota, aprendiendo rápidamente a justificarse y a consolidar su cacicazgo; rápidamente supo el camino para ganar candidaturas en distintos partidos; formó una estructura política que le permitía poner candidatos en el PRI o en otros partidos; un hombre práctico, sin límites ni principios, capaz de todo y todo con tal de imponerse; corrompió a cientos de jóvenes y cuadros políticos; la gente le temía y se sometían, incluso se contaban cosas de él complejas. Creó su estructura (la que ya formalizó en una fundación), la alquilaba a partidos y políticos, Jorge Argüelles es su última obra: lo hizo diputado federal por su región, lo contrataron y a todos traicionó.
La riqueza de Amado es por todos conocida.
En el 2018, después de negociar sus espacios en el PRI, se contrató con el PES, con MORENA y con Cuauhtémoc Blanco; todos le dieron espacios y dinero.
En este 2021, quiso repetir su esquema exigiendo espacios nuevamente, (obvio plurinominales), así como también candidaturas a presidencias municipales, diputaciones y regidurías que él quisiera haber designado y no el PRI y sin encontrar respuestas, esta vez sus chantajes no sirvieron.
Amado Orihuela no era priista desde hace ya muchos años, solo era su franquicia para hacer dinero y ganar espacios. Pasará en MORENA y al PES de ser empleado, a otra condición.
Finalmente, las presentes generaciones de priistas y las futuras se han liberado de un cacique.

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