Perspectiva Electoral

Por Marcos Pineda

Los resultados de las elecciones del 2018 no solamente produjeron un cambio en el gobierno, sino también propiciaron la reconfiguración de las fuerzas políticas en México. Los reacomodos y reagrupamientos, tanto al interior de los partidos sobrevivientes a la ola lopezobradorista como la construcción de los tres nuevos partidos políticos nacionales, el muy acelerado desgaste de Morena, la polarización del país entero, en tanto estrategia del presidente para enfrentar a sus adversarios, y las especificidades locales, en los estados de la República, son las principales variables para tomar en consideración en el análisis prospectivo de lo que nos espera en materia política.

Los reacomodos y reagrupamientos de personalidades, con mayor o menor peso político, a nivel nacional, se han venido notando y revelando. Aunque en el papel y en los discursos, es decir, en sus documentos básicos y en su propaganda, los nuevos y viejos partidos políticos manifiestan determinados principios y postulados ideológicos, que deberían ser la guía de su participación electoral, en la realidad, el pragmatismo los rebasa, las ideologías han sido relegadas y únicamente se han concentrado en conseguir los votos que les den oportunidad de continuar con su registro vigente, colocar candidatos rentables electoralmente, para el beneficio de grupos políticos determinados y no del pueblo, de la sociedad.

Que nadie se confunda o se deje engañar. Los tres partidos nacionales nuevos no son producto de diferentes proyectos de Nación, sino de los intereses y la conveniencia de quienes los dirigen. Y los candidatos de estos partidos, Redes Sociales Progresistas, Partido Encuentro Solidario y Fuerza por México, salvo honrosas excepciones, son instrumentos, marionetas electorales, a quienes les vendieron la idea de que podrían ganar un espacio de poder. En muchos casos, sus candidatos son quienes ya no encontraron acomodo en Morena, porque o no contaron con la bendición presidencial o fueron marginados por los operadores cercanos a Palacio Nacional. Y en otros casos, figuras que públicamente podrían representar valiosos votos, estrictamente necesarios para la supervivencia de estos partidos.

En todo ello pesa el acelerado desgaste de Morena y de la figura presidencial, claro que en algunos lados más que en otros, porque no es lo mismo Morena en Coahuila que en la Ciudad de México, por ejemplo. No es lo mismo en Veracruz, con un gobernador totalmente morenista, que, en Morelos, con un gobernador que está enfrentado con los líderes y las bases de un Morena, en proceso de destripamiento interno, humillado y sometido por el poder. En suma, un muy desgastado Morena, en algunos lados más y en otros menos, pero desgastado, cada vez más carente de credibilidad.

La polarización política y social, promovida por el presidente, todos los días, incluidos los fines de semana, está orillando a los mexicanos a tomar partido, no a favor o en contra de un proyecto de Nación, de lo mejor para todos los mexicanos, sino a favor o en contra del culto a la personalidad del presidente y la discriminación que promueve a diario. En la práctica, también esta polarización se refleja en los intereses electorales, entre los que quieren sacar raja de asumirse como apoyadores a ciegas del presidente, no porque crean en él, sino porque hipócritamente, quieren aprovecharse ya que creen que les conviene, porque suponen que así los electores votarán por ellos.

Finalmente, ya en los entornos locales, si bien sí se reproducen y tienen sus efectos estas variables, hay especificidades que le dan su toque particular al reacomodo y reagrupamiento político. Son muy contados los casos de caras realmente nuevas, con un perfil ciudadano y reconocidas por su honestidad y experiencia. Los demás, siguen siendo los mismos de siempre. De eso, trataremos en los siguientes días.

Y para iniciados.

Que se hayan reacomodado y reagrupado, que hayan cambiado de partido, no cambia ni lo que son ni lo que representan. Que el sistema haya promovido un reacomodo electoral, no significa que el sistema haya cambiado. Por el contrario, muestran y demuestran que su oficio político, que su ser político, los mantiene en la permanente lucha por obtener y conservar el poder, mientras el sistema agudiza y exacerba el presidencialismo centralista que tanto criticaron los que hoy gobiernan el país.

Excelente martes.

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