PERSPECTIVA, por Marcos Pineda

Los habitantes de Morelos y, particularmente, los posibles votantes en las próximas elecciones atraviesan por un largo proceso de incertidumbre. Por un lado, el presidente de la República afirma que el actual gobernador lo ha hecho bien y cuenta con todo su respaldo y, por otro lado, surgen y vuelven a surgir revelaciones y trascendidos sobre lo mal que va la entidad, en todos los aspectos de la vida pública.

No solamente se trata de que los aspirantes a las candidaturas ya estén en plenas campañas anticipadas, ni de los elevados índices de inseguridad, la falta de desarrollo económico o los conflictos internos en Morena, cuyos alcances tienen a ese partido político dividido y enfrentado. Encima, los enconos, las disputas y los ataques no son como antes, cuando los opositores fustigaban y señalaban al régimen. Ahora los embates provienen del propio ejecutivo, sus alfiles y aliados. Pero en un clima enrarecido, en el que los propios representantes populares se encuentran bajo investigación o, al menos, entre sospechas, algunas provenientes de la Secretaría de la Defensa, la Marina o la Unidad de Inteligencia Financiera.

Resulta muy llamativo que ciertas investigaciones no caminen, que las carpetas de investigación no hayan tenido en años ningún avance significativo, que se hable de relaciones con el crimen organizado, de enriquecimientos ilícitos y tráfico de influencias, sin que sea procesado ninguno de los supuestamente involucrados.

Las oposiciones partidarias están desarticuladas. Tratan de dar muestras de su presencia, sin obtener nada más allá de alguna nota periodística o en redes sociales, que se pierde, no deja huella. En cambio, los grupos en disputa por el poder, principalmente los de Morena, se han enfrascado en una lucha sin cuartel, sin distinguir las diferencias entre lo jurídico y lo político, llevando su batalla los terrenos de instituciones que no tendrían por qué enfrentar la politización de asuntos que son de su competencia autónoma.

Y sí, tienen nombre y apellido. Es Cuauhtémoc contra Rabín. Rabín contra Cuauhtémoc. Otros contra los primeros dos y los primeros dos contra los otros. En medio de este enrarecimiento de la vida pública, aunque ganen unos u otros saldrán tan políticamente lastimados que su propia división puede menguar sus posibilidades de triunfo en las próximas elecciones.

Tienen confundida a la sociedad, aquella que no forma parte de sus grupos, a la sociedad civil que no pertenece a organizaciones, los que no están en busca de hueso, de negocios o de prebendas, que no están ahí haciendo marchas o dando ruedas de prensa, manipulados, enviados. Tienen confundidos a quienes lo que quieren son resultados y no pleitos, ni circo.

Nada bueno puede esperarse de todo esto. Digamos que, si ya está feo, prepárese porque se va a poner peor.

Y para iniciados

Una vez más, Andrés Manuel López Obrador, mostró que es un hombre de ocurrencias, no de ideas. Que, apuesta a la disputa y la imposición, en lugar de al diálogo y la conciliación. Su propuesta del plan B para modificar las leyes secundarias en materia electoral, sin hacer cambios a la Constitución, valiéndose de la mayoría simple en el Congreso, violará sin duda los preceptos de la Carta Magna. En efecto, sí hace falta una nueva reforma electoral, pero no como la plantea AMLO, y menos para cumplir su capricho y fraguar una especie de venganza.

La información es PODER!!!

Artículos Relacionados

Deja un comentario