PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

La mazorca se va desgranando. Los partidos políticos se siguen comportando como lo han hecho durante décadas en México. El sistema, pues, no ha cambiado y vuelve a presentarse el tiempo de los acuerdos, según la conveniencia de grupos y liderazgos.

De los partidos políticos nacionales, PAN, PRI y Morena han estado en el poder presidencial. El PRD ya se ve mucho muy lejos de poder lograrlo e incluso se vería más cercano su finiquito que su recuperación política.

Movimiento Ciudadano se mantiene, pero, aun cuando presente una candidatura llamativa y competitiva, no parece tener posibilidades de alcanzar la primera magistratura. Y si lo hace podría llegar a tener los mejores números en su historia electoral, pero a costa de atomizar las preferencias opositoras, en beneficio del partido oficial. Y el partido Verde sigue siendo el convenenciero aliado sempiterno del poder en turno.

Los acuerdos van avanzando en el terreno nacional. Zoé Robledo Aburto, titular del IMSS, quedó fuera de la competencia por la gubernatura de Chiapas, dejando así libre el camino para quien salga de las filas del partido Verde. A su vez, esto abre la posibilidad real de que, en otro estado de la República, como Morelos, por ejemplo, se otorgue la candidatura al otro aliado estratégico de Andrés Manuel López Obrador, el PT, cuyo dirigente nacional, Alberto Anaya Gutiérrez, dio cobijo al hoy presidente en el momento en qué más lo necesitó, precisamente cuando echó a andar el proyecto de la creación de Morena.

En el bloque opositor, Santiago Creel Miranda ya declinó a favor de Xóchitl Gálvez Ruiz. Con todo y el apoyo de ciertos grupos de morenistas a Beatriz Paredes Rangel, se ve muy difícil que la priista pueda ganarle la contienda interna por la coordinación del Frente Amplio por México y, con ello, la candidatura presidencial.

Queda claro que la estrategia de todos, oficialistas y opositores, sigue siendo la misma que en antaño: buscar la forma que, a través del reparto de posiciones, la unidad se mantenga lo más posible, aplacando las inconformidades para alcanzar una votación suficiente, de acuerdo con sus objetivos. Siguen siendo más importantes para los políticos sus aspiraciones que el proyecto de gobierno o las demandas y necesidades de los electores.

Ya estamos cada vez más cerca de saber si en Morena se mantendrá la unidad o no, aunque no fue necesario esperar a la resolución sobre quién será su candidata o candidato nacional para atestiguar que la tramitación de acuerdos rumbo a las elecciones en las entidades federativas está en curso y sigue siendo encabezada por el propio presidente de la República.   

Y para iniciados

Las denuncias de Marcelo Ebrard son más que inquietudes o intentos por destacar en la recta final de la competencia interna de Morena. Revelan la descomposición política del movimiento, la operación de Estado, o al menos la simulación de las instituciones, a favor de su principal adversaria, la guerra sucia y el acarreo masivo, tan criticados por ellos mismos en otros tiempos. Y todo ello, como dijo Ebrard, como nunca se había visto. Y curiosamente, ya comienzan a salir encuestas que lo colocan en tercer lugar, poniendo en el segundo al “primo hermano”, Adán Augusto López Hernández. Ocupen sus asientos, lo mejor del show, está por comenzar.

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