Por José Luis Garcitapia

El presidente Andrés Manuel López Obrador se niega a ver a las víctimas y aceptar que la violencia y los homicidios dolosos se dispararon en México en lo que va de su corta administración; los índices delictivos están peor que en los gobiernos del priista Enrique Peña Nieto y el expanista Felipe Calderón Hinojosa.

No es que no quiera ver a Javier Sicilia sino recibirlo representa poner, nuevamente, en el centro de la discusión nacional el dolor de las víctimas y reconocer que ha fracasado, hasta el momento, la estrategia de seguridad, que popularmente se ha banalizado en expresiones como “abrazos no balazos”, “los voy a acusar con sus mamacitas” o “pórtense bien”.

Hace ocho años la violencia que vivía Morelos la arrebató a Javier Sicilia a su hijo y el dolor lo llevó a iniciar una serie de reclamos, mismos que se convirtieron en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, al que se sumaron miles de familias que había perdido en el gobierno de Felipe Calderón a un familiar.

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad visibilizó a las familias de las víctimas y llevó al Gobierno de la República y a algunos estatales a tomar acciones para proteger y apoyarlas, como sucedió en Morelos a la llegada de Graco Ramírez al poder.

Hoy, López Obrador responde a Javier Sicilia que le da flojera recibirlo, que tiene otras ocupaciones, y que no lo atender porque quiere hacerle el caldo gordo a sus adversarios.

Andrés Manuel, maestro de la manipulación, desde el poder ha lanzado todas sus baterías para descalificar a Javier Sicilia, por cierto, a quien le negó el abrazo y el beso hace unos años.

¿Pero por qué el presidente decide atacar y descalificar?

No es Javier Sicilia al que se niega a ver, se niega a ver la realidad que vive México y que prometió cambiar desde el primer día de su administración. No quiere ver a las víctimas y menos aún darles voz para que no le ganen la discusión nacional, que desde “las mañaneras” impone ante cualquier tema que represente cuestionar a su gobierno.

Los muertos de Calderón se convirtieron en los muertos de Peña Nieto y ahora son los muertos de López Obrador, porque así han sido catalogados por muchos y principalmente por Andrés Manuel que los utilizó como una de sus banderas políticas para desacreditar a los gobiernos anteriores, principalmente a Felipe.

Es un hecho que 2019 será el año más violento de la historia de México, que cerrará con casi 30 mil homicidios dolosos, con regiones controladas abiertamente por el crimen organizado, sin que el presidente tome decisiones firmes y contundente, y que la economía no crece y hace más difícil contener la violencia e inseguridad.

Y esa es la realidad que el presidente no quiere ver ni que la vean los demás. Pero, Señor Presidente, ni sus datos y ocultar la realidad la va a desaparecer…

@PepeGarcitapia

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