Perspectiva

Por Marcos Pineda

Hay un padecimiento denominado Ceguera de Taller que consiste en que de tanto estar viendo un entorno, un ambiente, un escrito, una situación en particular se deja de percibir lo que está ahí, y que debería ser identificable a simple vista. Se vuelve tan cotidiano o tan visto que quien mira ya no se da cuenta de lo que está mal, de un error o llega incluso a considerar lo extraordinario como ordinario. Y, por supuesto, trae consecuencias de mayor o menor envergadura.

Si se trata de errores inocuos, como la falta de un acento escrito en una palabra, seguramente no tendrá consecuencias mayores. Pero si la ceguera se extiende otros ámbitos, como en el caso que hoy nos ocupa, la economía, muy probablemente su trascendencia será catastrófica. Es cierto que esta ceguera no afecta a todos de la misma manera.

Hoy, los responsables de la buena marcha de la economía, precisamente donde se producen los satisfactores básicos que pueden garantizar el muy cacaraqueado bienestar, que tanto han prometido garantizar a la sociedad, han caído en una muy severa ceguera. Llamaron, por ejemplo en Morelos, a un Pacto, cuando no es eso lo que se necesita ya en estos momentos, sino un muy bien estructurado plan de rescate.

Su ceguera no les permite ver que no pensaron y mucho menos llevaron a cabo acciones preventivas, que pudieran garantizar mínimos básicos para que la economía en todos sus órdenes y niveles, no se viniera a pique. En palabras llanas, vieron que la tormenta y en lugar de buscar cómo evitar la inundación, se quedaron esperando a ver qué pasaba. Y qué sucedió, pues que ya inundados los caminos ahora pretenden darle salvavidas a población. Pero como no tomaron previsiones, esos salvavidas ni son los adecuados, ni alcanzan para todos.

Esta metáfora sirve para ilustrar el que ya no estamos esperando a que llegue la crisis, la crisis económica ya está aquí, muchas micro, pequeñas y medianas empresas ya quebraron. Ya se quedaron sin empleo y sin ingresos muchas jefas y jefes de familia, muchas y muchos trabajadores, comerciantes, profesionistas independientes ya vieron sus ingresos reducidos a cero, a nada. Por lo tanto, ya no es momento de llamar a pactos por la unidad, sino a elaborar de manera urgente un bien estructurado plan de rescate de la economía.

Y un plan que no sea dirigido solamente a apoyar a los más pobres y a los que cuentan con una actividad fiscal comprobable, sino a todas y todos. Por un lado, si se atiende solamente a los más pobres se les mantendrá, sí, pero en situación de pobreza y a los demás se les va a convertir también en esos que ahora llamamos pobres. Y si hoy tenemos un 60% de pobres en el país, en un par de meses podría haber hasta un 80 ó 90 por ciento. Y por otro lado, si los requisitos para acceder a los financiamientos son inalcanzables para la mayoría, y encima se los otorgan a sus amigos o a sus intereses políticos, la recuperación de la economía popular será muy larga, quizá de hasta varios años, dejando a su paso una estela de pequeños negocios que nunca pudieron volver a abrir sus puertas y un desempleo galopante.

Para iniciados

Cuánto cinismo, carencia de moral y sentido común mostró José Manuel Sanz Rivera, el español avecindado en Morelos, quien escudado en que cumple las órdenes de Cuauhtémoc Blanco, se puso a repartir despensas, aprovechándose de las necesidades y carencias de nuestro pueblo. Luciendo su mascarilla de alta seguridad para protegerse del Coronavirus, dejó bien claro que también padece de una tremenda ceguera que le impide darse cuenta de que en nuestras tierras es repudiado, ya no es bienvenido. Lo que esperamos es que pronto las autoridades puedan continuar con las investigaciones que le están haciendo. Y que el sistema anticorrupción no sea omiso y tome cartas en el asunto.

Excelente martes.

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