Perspectiva Electoral

Por Marcos Pineda

En el plano nacional, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, apenas iniciado su mandato, lanzó una campaña de linchamiento político y social contra la autoridad electoral nacional. Sabedor de que sus huestes están prestas para seguirlo en la identificación del adversario a vencer, lanzó duras críticas y descalificaciones contra el Instituto Nacional Electoral (INE). Ante sus ciegos seguidores, hizo parecer al INE como una institución de origen corrupto y cómplice de los fraudes electorales. 

Entre los partidos políticos y los líderes más visibles, tanto opositores como los que apoyan a la cuarta trasformación, encontró poco o nada de eco. No le compraron la batalla al presidente. Pero un amplio grupo de cibernautas, particularmente de los que siguen las mañaneras, no sólo sí compraron el boleto, sino hicieron suyo el rencor que guarda López Obrador contra el INE. Un día sí y otro también, se leían en los comentarios de “la mañanera” los mensajes de odio dirigidos contra Lorenzo Córdova y los consejeros electorales, exigían su renuncia e incluso que el INE desapareciera. 

Por la mente de AMLO, pasó el aprovechar la mayoría en el Congreso para descabezar al INE, reformar su estructura, atribuciones y, de paso, extinguir a las autoridades electorales en los estados de la República, los llamados OPLES, para centralizar por completo la organización de los procesos electorales. No lo llevó a cabo porque la opinión pública internacional lo habría condenado. Si de por sí es visto en el exterior como un gobernante proclive a la autoritaria concentración del poder, con ello habría sido calificado como un dictador en ciernes.

Pocas voces públicas se alzaron para intervenir, pero la mayoría de quienes lo hicieron fue para defender a la autoridad electoral de los embates presidenciales. Hasta el momento, tiene detenido su proyecto de acabar con el INE. Ojo, lo tiene detenido, pero no olvidado.

Si bien es cierto que desde su creación, el entonces Instituto Federal Electoral, tuvo que enfrentar y convivir con un régimen en el que el partido en el poder se negaba a dejar de controlarlo todo, como lo quiere hacer ahora AMLO, y que no pocas veces la injerencia gubernamental tuvo éxito y hay que señalar a cada uno de los consejeros que lo formaron, en su justa dimensión, quienes sí trabajaron para el régimen, para el partido que los impulsó o de plano estuvieron al servicio del presidente que les dio el visto bueno para llegar a ese cargo, también es cierto que el INE fue poco a poco construyendo una confianza y credibilidad en la institución electoral, mismas que han sido reconocidas en diferentes momentos y partes del mundo.

El Consejo Electoral del INE, en aquella época conformado, entre otros, por reconocidos académicos, como José Woldenberg, Mauricio Merino, Jacqueline Peschard y Jaime Cárdenas Gracia, quien por cierto hace poco presentó su renuncia a Andrés Manuel, fue un ejemplo de la existencia de una autoridad autónoma e independiente. Hoy le toca a las y los consejeros actuales demostrar si habrá autoridad electoral o se someterán a los designios presidenciales.

A pesar del repetido fuego al que ha estado sometido el INE y de qué sí se ha visto afectada su credibilidad por las declaraciones presidenciales y los embates de los corifeos de la 4T, sigue en pie y sigue siendo la institución responsable de garantizar que los votos se cuenten y cuenten. Sería un terrible retroceso que la autoridad presidencial fuera la responsable de calificar el desempeño de la autoridad electoral y, peor aún, que la autoridad gubernamental metiera las manos en las elecciones y el INE no hiciera nada al respecto. Ahí sí, perdería toda credibilidad.

Y para iniciados…

Hay mucha preocupación entre algunos de los aspirantes a ocupar un cargo de elección popular por qué sucederá en el período de campañas electorales, sobre todo en aquellos que apuestan a ganar el voto de los ciudadanos acercándose a ellos, los que quieren hacer campaña en tierra. Pero hay otros que van a apostar de plano por una estrategia al 100% digital. Querrán competir desde la comodidad de su sillón, frente a su computadora, apoyados en un equipo de jóvenes conocedores del funcionamiento de las redes sociales. Lo cierto es que ni las autoridades electorales ni el gobierno tienen facultades legales para impedir que se lleven a cabo los actos en campaña. A lo más, podrán exigir, a través de los órganos de Protección Civil, que se respeten las medidas sanitarias que disponga el Semáforo de Riesgo. Los candidatos que quieran competir de verdad tendrán que ser muy creativos e innovadores. Pero los que hemos visto hasta ahora no han dado muestras de poder hacerlo así.

Excelente martes.

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