PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida por sus siglas como UNESCO, instituyó en 1993 el Día Mundial de la Libertad de Prensa, motivada porque esta libertad, junto con la de expresión, constituyen el núcleo de su inspiración y mandato. La UNESCO sostiene, y coincidimos con ella, en que solamente es posible concebir la paz duradera y el entendimiento mutuo si estas libertades son promovidas y respetadas.

Cada tres de mayo miles de voces el en mundo se suman para celebrar, pero también para hacer un alto en el camino y evaluar cuál es el estado en el que se encuentra la libertad de prensa en cada país y región, para defender a los medios de comunicación de los ataques que se producen en su contra, señalar a los detractores de estos principios fundamentales de la democracia y homenajear a los periodistas que han sido víctimas de agresiones, perdiendo incluso la vida, en el ejercicio de su labor profesional, comprometida con la búsqueda y difusión de la verdad. De esas verdades que los gobiernos y los políticos autoritarios se esmeran en esconder o maquillar.

El pluralismo y la independencia de los medios de comunicación son dos valores sin los que no es posible construir un trabajo profesional, objetivo y socialmente útil. En nuestros días y en nuestro país, los ataques y las violaciones a la libertad de prensa, todo lo contrario de haber desaparecido o haberse reducido se han incrementado. Y lo han hecho desde la cúspide del poder político. El tres de mayo es una oportunidad para denunciarlo, para hacerlo saber a los ciudadanos.

Un ejemplo muy claro es que el día de hoy, hasta escribir estas líneas, en la mañanera, ni el presidente, Andrés Manuel López Obrador, ni la responsable de la sección que han denominado como “las mentiras de la semana”, Elizabeth García Vilchis, más allá del desdén, por no haber dicho ni una sola palabra sobre esta conmemoración internacional, se dedicaron otra vez a señalar, calumniar y denostar a los medios de comunicación que publican información incómoda para su gobierno.

Con el tiempo nos ha ido quedando claro que los ataques del presidente a los medios de comunicación no son una ocurrencia pasajera, sino una política de carácter permanente, parte de su estrategia mediática, que busca desprestigiar a medios y periodistas, restar credibilidad a quienes se atreven a decir la verdad, a investigar y denunciar. Por supuesto, para victimizarse y evadir su responsabilidad de responder a los cuestionamientos sobre las opacidades y corruptelas que han sido descubiertas en su gobierno.

Hoy, tres de mayo, ya que el presidente no lo recordó, hay que decírselo: no ha cumplido con su compromiso de respetar la libertad de prensa. Todo gobierno que se precie de ser democrático está obligado a no violentar la libre expresión ni la difusión plural. Insiste, diariamente, en fustigar a medios y comunicadores, aprovechando su privilegiada posición, cual tirano intocable.

Por supuesto, también es un día propicio para reflexionar sobre la ética profesional, porque también sigue habiendo medios y periodistas que se prestan o se venden a intereses ajenos y hasta perniciosos para el propio ejercicio de su profesión. Y que muy lejos de contribuir al respeto a la libertad de prensa, le hacen el juego al poder. ¿Se vale tomar partido? Sí se vale. Lo que no se vale es simular. Hoy digamos a todos aquellos medios y comunicadores libres, que no son esclavos de

Artículos Relacionados

Deja un comentario