PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

Desde que las leyes electorales definieron reglas, límites y sanciones a las precampañas y campañas, la frase común más popularizada entre quienes aspiran a ocupar un cargo de elección popular, ha sido “vamos a esperar los tiempos”, junto a “participaré en cuanto mi partido fije las reglas”. Sin embargo, en su mayoría, ni esperan los tiempos ni respetan las normas.

Andan en lo que, para la mayor parte de los estudiosos de la legislación electoral, son precampañas anticipadas, tratando de aparentar que no lo están y procurando promoverse, al amparo de cargos públicos o espacios mediáticos a conveniencia. Caminan sobre el filo de la navaja.

Si bien puede que no sean objeto de sanciones severas hasta que comiencen los plazos legales para el registro de precandidaturas y candidaturas, respectivamente, los hay quienes tienen consciencia de que, llegado el momento podrían ser objeto hasta de la cancelación de sus postulaciones. A eso sí que le tienen miedo y no tanto a medidas cautelares o a la imposición de algunas multas.

Por un lado, si una vez que se hayan abierto los plazos para la presentación de medios de impugnación no llegan a ser sancionadas o sancionados, al grado de ser declarados como inválidos sus correspondientes registros, a pesar de que las quejas que se presenten vayan suficientemente fundamentadas y documentadas, quedaría manifiesta la inaplicabilidad eficiente de la norma, por lo que habría que pensar en nuevos ajustes a leyes y reglamentos, ya bien para evitar que sean vulnerados a través de subterfugios o para desregular y así que, pues, ya haga cada quien lo que le dé su gana.

Ahora bien, por otro lado, imagine usted el otro escenario, el extremo, en el cual todas y todos los aspirantes, visibles hoy en contienda, fueran inhabilitadas e inhabilitados, una vez agotadas las instancias jurisdiccionales. No podrían ser postulados, con todo y la popularidad que hubiesen generado a lo largo de estos meses. Los partidos políticos se verían forzados a presentar candidaturas encabezadas por personas que no son las que en nuestros días encabezan las preferencias. Sería una especie de río revuelto ¿no cree usted?, que también nos llevaría a la reflexión sobre la pertinencia de modificaciones a la normatividad electoral.

Como sea, particularmente con referencia a la candidatura a gobernador, con todos los acuerdos, promoción y respaldos que puedan presentar hoy las y los aspirantes, ninguno puede atreverse a decir que la tiene amarrada ni que si llega no se la podrían tumbar. Y ya ni hablemos de la participación del gran decisor, el presidente de la República, cuya influencia, aunque lo nieguen en público, lo reconocen en lo privado, será fundamental para la toma de las decisiones finales.

Un fantasma recorre los pasillos de las campañas anticipadas. Es el de las sanciones. Es posible que las ronde sigilosamente durante meses y, al final, se termine apareciendo para dar a los aspirantes el susto de su vida y dejar el camino libre a otros que hayan sido mucho más cautos o que, de plano, ni se lo esperaban. En política, todo puede pasar.

Y para iniciados

Mientras para Eduardo Galaz Chacón, uno de los citados a comparecer ante el pleno del Congreso se trata de una invitación para poder explicar, resolver dudas y destrabar la solicitud de ampliación presupuestal, para la mayoría de los legisladores se trata, en realidad, de sentarlo en el banquillo de los acusados para obtener de él toda la información posible, de viva voz, que permita profundizar en investigaciones y auditorías, que presumiblemente arrojarán resultados para fincar responsabilidades a los funcionarios, al grado de llevarlos hasta a procesos de carácter penal. No cabe duda de que el mundo se ve de acuerdo con el color del cristal a través del cual se mira.

La información es PODER!!!

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