PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

El 6 de septiembre de 2023 pasará a la historia por varias razones.

En principio, por primera vez se ha designado a una mujer como candidata a la presidencia de la República, por el partido en el gobierno y con verdaderas posibilidades de ganar la contienda.

En segundo lugar, por haberse hecho la designación a través de un proceso interno amañado, irregular, lleno de simulaciones y con la complicidad de los partidos aliados del régimen, el Partido del Trabajo y el Verde Ecologista.

Y, en tercer lugar, debido a que, en el mismísimo primer proceso interno para la selección de la candidatura presidencial, uno de los aspirantes puso al descubierto la verdadera cara y esencia del lopezobradorismo, denunciando públicamente múltiples irregularidades que desacreditan la legitimidad de Claudia Sheinbaum Pardo, como coordinadora nacional y receptora del bastón de mando que entregará Andrés Manuel López Obrador.

La estrategia de López Obrador de adelantar, con un año de anticipación a las elecciones presidenciales del 2024, la exposición pública de los aspirantes a sucederlo, agregando a su discurso transformador, como parte de su legado, que una mujer sea quien por primera vez en la historia de México ocupe la silla presidencial, sigue su curso y va por buen camino.

Será muy difícil, después de la validación, del visto bueno presidencial, que Marcelo Ebrard Casaubón pueda lograr la reposición del levantamiento de las encuestas. Y más difícil todavía que pudiera derrumbar a Claudia de la coordinación nacional morenista y, por tanto, de la candidatura, con todo y la evidencia que presente ante los órganos internos de su partido y las autoridades electorales.

La cargada, que dice Andrés Manuel ya no existe, comenzó desde el mismo momento del anuncio sobre los resultados de la encuesta. Como dicen ellos, en nado sincronizado se volcaron a dar su respaldo a la exjefa de gobierno de la Ciudad de México, con excepción de los Ebrardistas que se preparan ya para dar la batalla, dentro y fuera de Morena, si así lo decide Marcelo el próximo lunes, fecha en que los ha convocado para tomar una decisión.

Histórico momento, porque el favorecimiento gubernamental a Sheinbaum, en un proceso interno, pero abierto a toda la población, ha estado basado en simulaciones diseñadas para evadir el cumplimiento de las leyes electorales. Habría que formar parte de los fanáticos y seguidores a ciegas del lopezobradorismo para no darse cuenta de las irregularidades, mañas y abusos y hasta felicitar, aplaudir, el cochinero que vimos, el también histórico dispendio de recursos y la desestimación de las inconformidades. Ya los leales al presidente cerraron filas con Claudia. A menos que algo extraordinario suceda, ella será la candidata presidencial.

Sin embargo, el costo es muy alto. Supone, haber evidenciado a Morena, sus aliados y al régimen como tan o más corruptos, demagógicos, simuladores, mentirosos y autoritarios como lo fueron el PRI y sus aliados en su época de esplendor hegemónico.

Nada ha cambiado, salvo que antes se llamaba PRI y ahora se llama Morena.

Y para iniciados:

Ahora resulta que a las irregularidades en las encuestas les llaman incidencias. Que la única pregunta que contó fue la de ¿a quién prefieres como candidata o candidato? Que en lugar de encuesta fue votación y contaron voto por voto, urna por urna. Que el partido que se dice obedece al pueblo, se contentó con poco más de doce mil papeletas para ungirla con el bastón de mando… ¡Ah, y que hay un bastón de mando!, como si se tratara de una Teocracia, autoritaria y vertical, y no de una Democracia. Como dijera aquel cantante popular: ¿A dónde vamos a parar?

La información es PODER!!!

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