PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

Una vez pasado el festejo del año nuevo, habiendo brindado, contado las uvas o como sea que usted haya decidido despedir al 2023 volvemos a centrarnos en las realidades que nos rodean. Un año electoral que tendrá como antecedentes los aciertos y fracasos de la actual administración. Los aciertos se concentran básicamente en el sostenimiento de la gobernabilidad, la distribución de recursos a través de los programas sociales y ciertas mejoras en el sistema de salud pública, principalmente en la ampliación de la cobertura de los servicios a personas que carecen de seguridad social.


Sin embargo, la gobernabilidad también es producto de la pasividad de los grupos opositores, en conjunto con la apatía por participar en política de alrededor del 60% de los mexicanos, que aun inconformes no han hecho nada para manifestarse. Los programas sociales siguen y seguirán siendo una paliativa bandera política para conservar el voto clientelar, pero jamás un medio para sacar al pueblo de la pobreza. Y la mejora de los servicios de salud pública dista mucho siquiera de parecerse a lo prometido… “Mejor que Dinamarca… el mejor del mundo”, dijo Andrés Manuel López Obrador.
Los indicadores macroeconómicos no se ven en riesgo por lo menos para este año. Las circunstancias internacionales favorecen coyunturalmente a México. No obstante, será en los siguientes años, pasadas las elecciones, cuando el derroche improductivo de recursos cobre las facturas en lo macro, porque en lo micro ya son decenas de miles de familias las que lo han resentido y, para muestra, vea usted el crecimiento de la economía informal.

Si esos son los avances que nos van a presumir en las mañaneras, pongamos lo que nos van a maquillar: 20,076 homicidios dolosos registrados (por supuesto, la cifra no incluye a los desaparecidos) que representan una disminución del 5.4% con respecto al año anterior, pero que en conjunto hacen al sexenio el más violento de la historia en épocas de paz, con 156,136 registros, que significan un incremento en términos reales de 122% con respecto al sexenio de Enrique Peña Nieto. La tasa de homicidios de AMLO es de 27.3 por cada cien mil habitantes, la de Felipe Calderón fue de 19.4. El estado de Morelos superó a la media nacional, ubicándose en 33.3, llevando a la
entidad al nada honroso octavo lugar entre los 32 estados miembros de la Federación, que fue de
25.9 en el 2023, una de las más altas del mundo que nos coloca a la par de sociedades
latinoamericanas como Brasil o Colombia.
El informe diario del Sistema Nacional de Seguridad Pública deja mucho que desear. Se basa en lo dado a conocer por los medios de comunicación, pero ni así registra completos los datos. Para el 31 de diciembre contiene 4 homicidios, tres en Ayala y 1 en Cuautla, para el primero de enero, o sea ayer, solamente 3 en Emiliano Zapata, cuando aquí sabemos que esas cifras distan mucho de lo que sucedió. Por lo menos tenemos conocimiento de diez homicidios dolosos cometidos al arranque del año.

Usted dirá, ¿cómo puedo creer en un gobierno al que a cada rato le caigo en sus mentiras?
Mañana seguiremos con el recuento de daños.


Y para iniciados:

Tensa, muy tensa la situación política entre Morena y sus partidos aliados. Las inconformidades y las patadas bajo la mesa a todo lo que dan. Han tenido que posponer las fechas para dar a conocer los resultados de las encuestas que se supone mandaron hacer. La credibilidad en el proceso está en jaque, pues si en la cúpula deciden ceder a las presiones del grupo de poder gobernante en Morelos y otorgar las candidaturas que exigen, enviarán una pésima señal no sólo al morenismo sino al electorado en general. Por ahí, si las alianzas se rompen podríamos tener no a tres sino a hasta cinco competidoras por la gubernatura, con un Morena con buenos números en las encuestas, pero desfondado en tierra.


La información es PODER!!!

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