PERSPECTIVA, POR MARCOS PINEDA GODOY.

Los embates de la administración estadounidense contra el gobierno mexicano no cesan. La agenda en los ya casi cuatro primeros meses de Donald Trump, de su segundo mandato presidencial, ha sido impuesta entre declaraciones acusatorias y aranceles. La respuesta de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum Pardo, ha sido el llamado a serenar los ánimos y al diálogo, a la par de alentar efusivamente la defensa de la soberanía y la independencia nacionales.

El sello de la era Trump se ha venido configurando desde la firma de las órdenes ejecutivas, el primer día de su gobierno, junto a los señalamientos de una alianza intolerable entre el gobierno mexicano y los cárteles del crimen organizado, hasta las redadas y la responsabilización directa contra Sheinbaum de las movilizaciones violentas en Los Ángeles.

Los pronunciamientos de la presidenta mexicana sobre la cooperación sin sumisión con los estadounidenses, enarbolando la defensa de la soberanía y la independencia nacionales, así como sus convocatorias a la movilización contra el impuesto a las remesas han tenido un positivo impacto hacia el interior del país y, particularmente, entre los partidarios de la cuarta transformación. Pero, han servido de pretexto a los estadounidenses para hacer su propia y tergiversada interpretación a fin de acosar mediáticamente a la mandataria mexicana.

Encima, la presidenta ha tenido que cargar con las imprudencias de sus compañeros de partido, como las bravuconerías de Gerardo Fernández Noroña y Melissa Cornejo, quienes recibieron respuestas contundentes, respectivamente, tanto del senador Schmitt como del subsecretario Landau. Los afanes protagónicos de estos morenistas no ayudan en nada ni a la presidenta ni a México, como tampoco lo hace la desdibujada oposición partidaria, cuyas supuestas declaraciones de apoyo llevan siempre la jiribilla del golpeteo contra el régimen.

Sí parece haber todo un plan para someter a la presidenta, aun habiéndose concedido en todas las exigencias estadounidenses sobre migración y narcotráfico, o al menos en las que son públicamente ya conocidas.

El futuro inmediato es más incierto que nunca. Los apetitos autoritarios de Trump parecen no tener límites ni valores, sino sólo objetivos a cumplir.

Y PARA INICIADOS:

Luego de ya cerca de siete años de haber utilizado las conferencias de prensa mañaneras para lanzar acusaciones y descalificar a sus adversarios, periodistas y analistas, al gobierno mexicano le tocó probar una sopa de su propio chocolate. En las conferencias de prensa, llevadas a cabo en el despacho oval de la Casa Blanca, la presidenta mexicana fue acusada, falsamente, pero señalada, al final de cuentas, como responsable de las movilizaciones violentas en Los Ángeles. El problema no es que haya sucedido, sino que, por si no lo tienen en consideración, no se trata de un hecho aislado, sino de una estrategia mediática que seguramente habrá de continuar. ¿Qué sentirá alguien a quien aplican la misma que aplicó?

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