Perspectiva

Por Marcos Pineda

El domingo 10 de febrero de 2019 ocurrió un hecho que el gobierno de Cuauhtémoc Blanco tratará de hacer pasar por desapercibido, pero sobre el que si no toma cartas en el asunto será recordado como el temprano inicio de la debacle de su gestión. Sufrió su primera rechifla en un acto público, justo frente al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, de la plana mayor de representantes populares en el Congreso de la Unión, diversos funcionarios públicos federales y de su gente más cercana. Lo peor, frente a cientos de teléfonos móviles que captaron el momento y con los cuales se difundió a través de las redes sociales.

El repudio que le mostraron los pobladores de la región oriente de Morelos no sería mayor motivo de preocupación de haber ocurrido por ahí del tercer año de su mandato en adelante. Sin embargo, ocurrió antes de cumplirse escasos cinco meses de haber asumido el cargo. Si protestas e inconformidades de este estilo se siguen presentando en sus apariciones públicas, no da resultados contundentes que puedan frenarlas, no asume de lleno su papel de gobernador, y sigue permitiendo que los vacíos que poder sean llenados por sus colaboradores, padecerá muy pronto una crisis de gobernabilidad.

El resultado de una crisis de gobernabilidad, de contar con un mandatario estatal que no sea capaz de mantener bajo su control los hilos del poder, río revuelto que aprovecharán sus colaboradores más perversos para sacar provecho personal, y que sus detractores utilizarán para fustigarlo aún más, quizá ocultos, pero lo harán, el resultado será un gobierno débil, vulnerable, inestable, en caída libre. Por supuesto, finalmente en perjuicio de los habitantes de Morelos. De si todavía está tiempo de dar un viraje, un golpe de timón… Sí, puede que todavía sea tiempo, pero falta que tenga la voluntad, la entereza y el valor de enfrentar el reto para hacerlo.

En el corto plazo, quizá muy corto, tendremos mayores elementos para saber si sólo se trató de un episodio aislado o de si fue el inicio de la debacle del gobierno de Cuauhtémoc Blanco, pero una y otra, serán responsabilidad de él mismo, y de su equipo realmente más cercano de colaboradores y asesores, a quienes escucha, a quienes hace caso.

Para iniciados
La estrategia del presidente municipal de Cuernavaca, Antonio Villalobos Adán, de mantener la mano tendida y manifestar de manera repetida su voluntad de no confrontarse con el gobierno del Estado, ha sido un acierto mediático que viene a reforzar su legitimación en el cargo. Sin embargo, falta ver si esa disposición es verdaderamente correspondida tanto por el gobernador como por sus colaboradores. Eso se verá no en los discursos, sino en los apoyos con recursos, eficiencia en el manejo de las transferencias y en acuerdos de colaboración que en efecto se lleven a cabo. Pero el alcalde también tiene entre sus huestes cercanas a personalidades demasiado quemadas, con larga cola que les pueden pisar o que de plano carecen de la experiencia y preparación necesarias para apoyarlo efectivamente, y que podrían hacerle pasar muy malos ratos.

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