Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda

El slogan promocional del partido del presidente, Andrés Manuel López Obrador, fue mercadotécnicamente muy bien diseñado. Funcionó. Dice, “Morena: La esperanza de México”. Una parte del electorado se las compró. Fincaron sus esperanzas personales, familiares, sociales, económicas, políticas, culturales y hasta científicas en ese partido político.
En lo personal y lo familiar, una cantidad de electores suficiente para ganar las elecciones del 2018, vieron en AMLO la esperanza de mejorar su situación económica, de dejar de ser tan vulnerables frente a la delincuencia común y al crimen organizado, es decir, tuvieron la esperanza de que pronto vivirían en una sociedad con certeza económica, con paz y seguridad.
Destacadas y destacados miembros de la sociedad mexicana que han dedicado sus vidas a prepararse, a contribuir en las áreas de la ciencia y la cultura, también depositaron su esperanza en lo que pintaba como un régimen que combatiría la corrupción, haría buen uso de los recursos públicos y daría mejores condiciones para el aprovechamiento de los grandes talentos que México ha aportado al mundo.
Salvo a los que se han mantenido como incondicionales del régimen, como apoyadores a ciegas del presidente, de su proyecto y de su persona, a todos los demás les ha fallado. Las críticas, las quejas, los señalamientos sobre los múltiples errores en la distribución de los recursos públicos son desestimados y acallados de manera sistemática. Para eso están las mañaneras, para que prevalezca una sola versión. La versión oficial. Y todas las demás voces son desestimadas, no importa si se trata de profesionistas calificados, de científicos destacados, de intelectuales o artistas consumados. Si no concuerdan con López Obrador de inmediato son fustigados como conservadores y fifís, estigmatizados como beneficiarios del antiguo régimen de corrupción y privilegios. El presidente siembra odio en su contra, por las mañanas, y del resto se encargan sus huestes en las redes sociales.
Treinta millones de electores siguieron a Morena y a su mesías en la aventura de creer que eran diferentes, que no eran iguales a los políticos de siempre. Y en realidad sí, resultó que no eran iguales, sino eran peores. Desde la presidencia de la República, en el púlpito mañanero de adoctrinamiento en redes sociales, se constata día con día, la defensa a ultranza de la polarización, de la división de México. Se vuelven realidad de nuevo las palabras del filósofo liberal, Juan Jacobo Rousseau, cuando afirmaba que no hay peor tiranía que aquella que se disfraza de libertad.
Cuando vamos revisando con seriedad y profundidad la composición de Morena, vemos que tiene tres componentes principales: Una cúpula dirigida y dominada por su jefe máximo, el presidente de la República, todo poderoso y poseedor de verdades absolutas, tomadas como dogmas por todos los demás; un cuerpo de los políticos de siempre, a los que poco les interesa el pueblo y sus necesidades, van por lo suyo y lo de los suyos, así lo han hecho desde que estaban en el PRI o el PRD; y un pueblo, al que endulzan el oído diciéndoles “bueno y sabio”, que no termina de darse cuenta que está siendo utilizado de la misma manera en que lo hizo el PRI, como clientela electoral, como carne de cañón, como pretexto para impulsar un proyecto político centralista, unipersonal y autoritario.
Y para iniciados.
Lo que está sucediendo en el registro de candidatos ante las autoridades electorales, ahora a través de un proceso digitalizado y a distancia, por motivos sanitarios, es inaudito. Y va en dos sentidos. Por un lado, los partidos políticos se están, literalmente, arrebatando a los posibles contendientes. En cuestión de minutos, unos que iban por un partido se bajan y se van por otro. Están ahí, incluso en las filas para obtener la documentación requerida, negociando apoyos y promesas. Con eso queda claro que no tienen lealtad o convencimiento partidario. Y, por otro lado, la fraudulenta elección de Cuauhtémoc Blanco en el 2015 sentó un precedente, cuando con artimañas le fue expedida su constancia de residencia. Como nunca, las autoridades municipales están siendo estrictas para expedir tan indispensable documento. Ahogado el niño, ahora quieren tapar el pozo.
Excelente fin de semana.
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