El Centro Morelense de las Artes (CMA) le rindió homenaje al pintor morelense y promotor cultural Jorge Cázares Campos.

La actividad inició con piezas musicales, para después dar paso a una emotiva mesa, en la que destacaron la presencia de Luis Lavat Guinea, rector del CMA; Javier Almazán Orihuela, secretario académico del CMA; y Juan Pablo Picazo, escritor.

Para finalizar inauguraron la exposición: “Jorge Cázares Campos. Homenaje” en la galería del CMA, (avenida Morelos, #263, en el Centro Histórico de Cuernavaca) misma que estará en exhibición hasta el próximo viernes 16 de septiembre, con entrada gratuita.

Compartimos el texto de sala de Juan Pablo Picazo, titulado: “Jorge Cázares Campos en pocas palabras”:

¿Qué se puede decir de Jorge Cázares Campos? Es uno de los morelenses más universales por su obra, por su pensamiento, por su cercanía con las comunidades, por su preocupación constante en torno a la educación artística de los mexicanos y por su constante participación como consejero y hasta conductor honorario de múltiples instancias culturales en el estado desde su juventud y hasta nuestros días.

Quizá nada le defina tan bien como aquella frase de José Revueltas en torno a su obra: “La pintura es una de las formas de unir a los sentidos y de transformarlos. Usted, Cázares Campos, los traslada y los hace vivir como un hecho aparte, pues sus ojos son los ojos sin párpados del artista insomne…”

Así podemos definir a Jorge Cázares: el artista insomne; ser artista para él, es transformarse en la conciencia de una ciudad, de un país. Por ello su obra está muy lejos de ser la copia fiel de una realidad que los demás apenas perciben, no. Es la amorosa recreación del instante, la búsqueda de lo trascendente en medio de tanta fugacidad atrapada por los ojos.

Cada paisaje o retrato suyo quieren hacer inmortales a las plantas, los árboles, los animales, los hombres, las ciudades y las ideas, para dar testimonio de que fueron, y  entonces aunque vivan sólo unas horas, unos días, unos años, los ojos venideros puedan crecer sabiendo lo que fue y gracias a ello entiendan lo que es.

Vino al mundo en una Cuernavaca que era casi el paraíso. Su temprano mundo infantil se componía de música, olores, sabores, gente amable, y un horizonte limpio, vasto, que le llenaba las pupilas, los pulmones, las manos y el alma. Sus juegos involucraban insectos, una glorieta, y la gente trabajadora que se cruzaba en su camino.

Su consciencia comienza a ensancharse desde muy corta edad a fuerza de curiosidad y observación, por la necesidad de verlo todo, de saberlo todo. La escuela lo enfrenta con emociones varias: felicidad, orgullo, vergüenza. Fue sin embargo el resorte que le enseñó la verdad, la mentira, la insatisfacción, la necesidad de no encorsetarse, de aprender, de mudar su mente y crecer, crecer, crecer.

En algún momento, de la mano de su padre, conoce el drama de los campesinos en Morelos, y además del impacto visual de los valles y las serranías tlahuicas en su espíritu, la corrupción y el coyotaje marcan su visión sobre el noble trabajo de quienes cultivan la tierra.

El celebrado paisajista morelense considera el arte como el medio de comunicación más directo y sincero, y por muchas razones irrenunciable. Su obra es conocida por su trabajo para la compañía cerillera La Central, pero no es lo único que le ha acercado a la gente de Morelos, sino su generosidad, su bonhomía. Jorge Cázares no se ha limitado al trabajo creativo que le recluye largos periodos en su estudio, sino que ha ido con frecuencia al campo, a la fábrica, a la calle, al mercado, a las colonias populares como promotor de la cultura, trabajo por el que jamás ha cobrado nada.

Su labor en pro de la sociedad morelense le ha llevado a convertirse en presidente de los estudiantes del desaparecido Instituto Regional de bellas Artes Cuernavaca (IRBAC), en creador de los jardines del arte, presidente del Comité Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Cuernavaca, miembro de la Junta de gobierno del extinto Instituto de cultura del Estado de Morelos y una larga lista de cargos honorarios que le hicieron aún más conocido.

Ha dado mucho al estado y a Cuernavaca, como sus gestiones para la remodelación del Cine Morelos, con apoyo de Lauro Ortega, en su turno como gobernador; la expropiación de inmuebles para dedicarlos al arte y la cultura como el Jardín Borda, el Teatro Ocampo y el antiguo Hospital Civil de Cuernavaca, hoy Centro Morelense de las Artes, donde hoy nos encontramos.

Cázares Campos es un hombre consciente del signo de su tiempo, desea que su obra le recuerde a la gente la importancia de la naturaleza y su conservación al contemplar cómo lucía cada ciudad, cada hacienda, cada ingenio azucarero, cada parcela trabajada por los buenos campesinos. Ese recordatorio es un llamado a la acción más que a la contemplación.

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