Por José Luis Garcitapia

El gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo declaró que aceptaría el reto de competir por la presidencia de la República y ser quien sustituya en el cargo a Andrés Manuel López Obrador en el 2014 -me recordó a Graco Ramírez, quien en la segunda etapa de su gobierno también dijo que quería ser presidente-, dando por hecho que ganaría la elección.

La declaración de “El Cuau” primero me causó risa y luego preocupación porque hay que recordar que los electores de Morelos votaron a su favor para que fuera gobernador y que MORENA le regaló la candidatura, pensando que, si lo dejaba ir sólo por el PES, le haría sombra al entonces senador Rabindranath Salazar Solorio, quien se tuvo que conformar con ser banquero.

Hay que recordar que Blanco Bravo ganó con poco más del 52 por ciento de los votos emitidos en la elección de 2018 (Alrededor de 220 mil aportados por MORENA, 80 mil por el Partido del Trabajo y 76 mil por el PES, partido que perdió su registro nacional al no lograr el 3.0 por ciento). En los hechos ganó Andrés Manuel López Obrador, quien arrastró al poder hasta delincuentes.

Pero el ego del exseleccionado nacional lo ha llevado a afirmar que el triunfo fue por él y no por Andrés Manuel.

Lanzarse como aspirante a la Presidencia de la República, por más irrisorio que parezca, tiene como objetivo llevar la discusión al ámbito de la especulación política para distraer a la población sobre la que está pasando en Morelos: Inseguridad y violencia, decrecimiento económico y desempleo, confrontación entre poderes e ingobernabilidad y una lucha por el poder económico y político al interior de Gobierno del Estado.

Los disturbios registrados en el penal de Atlacholoaya colocaron a Cuauhtémoc Blanco en el ojo del huracán, porque la masacre interna reflejó lo que está pasando en todo el estado: Más de 1,500 asesinatos en lo que va de su gobierno, quinto lugar nacional en homicidios dolosos y secuestros por cada mil habitantes y tercer lugar en feminicidios y la disputa por la plaza entre cinco o siete cárteles de la delincuencia organizada.

El distractor que lanza Cuauhtémoc Blanco, a través de algunos medios de comunicación deportivos y otros ajenos a Morelos, es un anzuelo que no se ha comido nadie, ni siquiera su partido, Encuentro Social le ha seguido la corriente, menos la oposición, que se mantiene firme -no unida- en el tema de seguridad y crecimiento económico.

Quien asesoró al Cuau para que lanzara dicho anzuelo tendrá que buscar otra carnada para ver quién se la come, porque ese juego ya se lo saben muchos y estamos a cinco años de la elección presidencial. Además, porque junto con el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, Cuauhtémoc Blanco es de los mandatarios peor evaluados del país.

O bien, los asesores deben decirle con todas sus letras, que llegó el momento de tomar en serio la responsabilidad de gobernar; que es precisó hacer los cambios que requiere el gabinete y la estrategia de seguridad porque no están dando resultados; que, si bien Ulises Bravo es su hermano, no puede convertirlo en vicegobernador, porque es caer en lo que le criticó a Graco Ramírez por el poder que le otorgó a Rodrigo Gayosso.

¡Aguas…! Apenas llevamos un año y no hemos tocado fondo, las cosas se pueden poner peor.

@PepeGarcitapia

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