Perspectiva Electoral

Por Marcos Pineda

Las mujeres y los hombres tendrán ante sí un reto fundamental que enfrentar en el desarrollo de las próximas elecciones: dar todo de sí, todo su compromiso, su entrega y su voluntad para combatir la violencia política de género.

Mucho se ha ganado ya en las últimas décadas en torno al reconocimiento de un flagelo histórico de las sociedades machistas, como lamentablemente lo ha sido la nuestra. Se cuenta con la normatividad y las herramientas necesarias, pero hace falta llevarlas a la práctica de manera cotidiana y no solamente en forma excepcional, como ha sucedido hasta ahora.

Desde la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hasta las leyes locales, pasando por la legislación federal, los Códigos, los Acuerdos y las Convenciones Internacionales han identificado los modos y circunstancias en que se produce la violencia política de género, las formas de prevenirla e incluso sancionarla, bien que sea producto de la acción o de la omisión, intencional o no, física, verbal o psicológica. En cualquiera de sus formas la violencia política de género es inaceptable.

El menoscabo o la anulación de los derechos políticos de las mujeres, llevado a cabo por quienes las afectan de manera desproporcionada en razón de su género, ya ha sido castigado en algunas ocasiones, se tiene previsto en todos los ordenamientos electorales e incluso se ha dispuesto de acuerdos, códigos y manuales para prevenirla. Sin embargo, siguen siendo las mujeres víctimas de quienes, bajo el influjo de una idiosincrasia machista, las agreden o menosprecian.

En concordancia con el principio de igualdad de géneros, las mujeres y los hombres deben tener las mismas posibilidades de participación en los asuntos públicos, conforme lo establezcan las leyes, de manera directa o a través de sus representantes, votar y ser votadas, garantizar el ejercicio de su libre expresión en asuntos electorales y demás.

Las autoridades públicas, todas y no solamente las electorales, están obligadas más allá de actuar ante la denuncia de un hecho constitutivo de violencia política de género, a prevenir las acciones directas que pudieran cometerse, que pudieran vulnerar sus derechos humanos o políticos, las de las personas que de manera indirecta pudieran ser víctimas de esa misma violencia y también prevenir la preservación de la integridad física y los derechos de las personas que pudieran ser víctimas potencias en razón de su actividad política.

La tarea es gigantesca, y no corresponde sólo a las mujeres llevarla a cabo, sino a todas y todos, en lo público y lo privado, al interior de las familias y en sociedad, como individuos y como comunidades.

Desde ahora estemos vigilantes para no permitir la violencia política de género en el proceso electoral que ya inició y culminará a mediados del próximo año.

Para iniciados

A reserva de que los nuevos partidos políticos cambien de parecer, de los ocho nuevos con registro local, solamente en tres se perfilan mujeres para presidirlos formalmente. Ana Bertha Haro Sánchez, por el MAS, Yuriana Lázaro Landa, por Podemos y Leticia Salgado Castañeda, por Renovación Política Morelense. Habrá que estar pendientes también de la conformación de sus órganos de dirección partidaria, para saber si cumplen con los principios de igualdad de género.

Excelente martes.

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