PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

Ulises Bravo Molina ya nos autorizó, por escrito y en forma pública, a demandarle si no cumple con cualquiera de la veintena de compromisos que firmó el pasado 19 de octubre de este año. Se trata del formato que el partido político del presidente, Andrés Manuel López Obrador, Morena, denomina “Carta compromiso con la cuarta transformación”.

Desde que se comenzó a saber de la firma de tal documento las reacciones de sus apoyadores y detractores comenzaron a circular. Los primeros, por un lado, ven mayormente en ella una señal más, junto con sus fotografías al lado de Mario Delgado, líder formal de Morena, que el hermano del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, cuenta con todo el respaldo del verdadero dirigente de su partido, o sea, AMLO, quien es el que da las órdenes y purifica a las almas políticas, no solamente para ser el dirigente de facto de Morena en Morelos, sino a buscar una candidatura de privilegio en las próximas elecciones, de la que no deben descartar que pudiera ser hasta la de gobernador, pero también una diputación o senaduría.

Sus detractores, por otro lado, despotrican contra él por ser un fuereño más de los que han visto a Morelos como tierra de conquista, ser beneficiario de su condición de familiar directo del gobernador, haberse inmiscuido en asuntos de política interna con representantes de las instituciones legalmente establecidas, sin ser funcionario público ni representante popular, haber corrompido el proceso de elecciones internas de su partido, dividirlo y enfrentarlo, entre los morenistas históricos y los que ahora denominan neomorenistas.

El asunto no es si viene de fuera o si es oriundo de Morelos. Constitucionalmente tiene todo el derecho de hacer política aquí o en cualquier parte del país. El tema es otro. Precisamente, lo que dicen los compromisos que firmó. Entre ellos, y permítame resumir solamente algunos, pues puede usted leerlos completos en las imágenes publicadas en las redes sociales: Conducirse de acuerdo con los principios éticos de Morena. No robar, no mentir y no traicionar. Trabajar por el bienestar de todas y todos. Luchar por la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres. Erradicar la corrupción y los privilegios. Combatir el clientelismo, el nepotismo, el corporativismo, el patrimonialismo y todas las prácticas que obstaculicen la democracia. Y demás.

Con estos tienen sus detractores para señalar y cuestionar, sean morenistas o no. Y los morenistas pueden tener argumentos suficientes para justificar su renuncia al partido o al menos el apoyo a candidatos que se postulen por otros partidos en las próximas elecciones, sin necesariamente abandonar a Morena. Como sea, la escisión política guinda sigue su curso.

La firma es, para unos, los seguidores de Bravo Molina, un paso más para acompañarlo en el poder, a ver qué sacan para ellos. No nos hagamos, no buscan el bien común de los morelenses, sino el suyo. Para “Uli”, como le dice Kenji Uchida, una técnica de promoción política, de la que espera buenos resultados en el incremento de su popularidad y aceptación.

Y para iniciados

¿Y cómo por qué es que este apoyo presidencial y partidario resulta explicable? Uno es el fondo. La lucha por la permanencia en el poder, no para llegar, porque ya llegaron desde el 2018, sino para permanecer en el poder. Y para eso necesitan, como aprendieron muy bien a lo largo de 22 años, del otro, de fondos, de cash, de no dejar rastros ni pruebas. De quienes estén dispuestos a quedarse callados si son descubiertos. De quienes juren lealtad absoluta a ciegas. Así es. Este es un tema de fondo y de fondos.

La información es PODER!!!

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