PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

La elección de gobernadora del Estado de México cumplió con las expectativas en casi todos los sentidos. Hubo alianzas partidarias formales que representaban un posicionamiento político específico. A favor del régimen encabezado por López Obrador o en su contra. A favor de la continuidad del PRI o de su salida del gobierno estatal. Las candidatas también resultaron fieles representantes de sus respectivas trincheras. Alejandra del Moral, preparada y capaz de conectar con las clases medias, pero abandonada a su suerte por lo que queda de su partido y su gobernador y, Delfina Gómez, con carencias discursivas y sin proyecto propio, pero identificada con las clases populares y arropada por el régimen y el presidente, quien no se cansó de salir en su defensa y apoyo. La primera lección, rumbo a las presidenciales, viene de ahí. Las alianzas estables y el apoyo gubernamental, el de Andrés Manuel López Obrador, para ser claros, fueron clave para el triunfo de Morena. Aunque no debe dejar de tomarse en cuenta que la negativa de Movimiento Ciudadano a participar en la alianza opositora o a presentar candidata propia también tuvo sus consecuencias. En Movimiento Ciudadano sabían perfectamente que no tenían posibilidad alguna de presentar siquiera una candidatura competitiva, y que sus cinco o siete puntos porcentuales no necesariamente habrían hecho la diferencia. No presentar candidata jugó a favor de la alianza opositora. Sin embargo, no sumarse lo hizo a favor de Delfina Gómez, por pocos que fueran los puntos con los que ya no contribuyó. La lección es, pues, que las alianzas sí cuentan y pueden llegar a ser decisivas.


La segunda lección, ya con casi el cien por ciento de las actas computadas y observando los resultados en comunidades como Toluca, Metepec, Huixquilucan, Naucalpan, Zinacantepec, y Ciudad Adolfo López Mateos, por ejemplo, y haciendo la segmentación por perfiles de votantes, confirmamos que no se trató de un triunfo avasallador ni generalizado, sino focalizado en los segmentos más pobres, receptores de los programas sociales y con menor nivel educativo.


La abstención de alrededor del 50% jugó en contra de la alianza opositora, donde se encontraban esas clases medias inconformes con el actual régimen, pero que no salieron a depositar su voto. Ahí tienen la lección, la única manera en que podría ganar una alianza opositora en el 2024 es convenciendo a las clases medias de salir a votar. Si no es así, pueden darse por perdidos, porque el régimen sí movilizará a su empobrecida y enceguecida clientela electoral.


Otra lección es que a pesar de que ambos bandos se esmeraron en dar la impresión de ir a la cabeza, usando para ello encuestas a modo, incluso algunas francamente desapegadas de la realidad, otorgando diferencias de por ahí de 20 puntos entre una y otra candidata, la polarización prevaleciente se impuso y, tomando en cuenta el abstencionismo, el Estado de México tendrá una gobernadora electa por tan solo el 26% de las personas en edad de votar. Entonces, no resulta congruente hablar de una decisión del pueblo, sino de una parte minoritaria del pueblo.

Y para iniciados
En tanto laboratorio electoral y, toda vez que el Plan B está muerto y enterrado, tras las elecciones en Coahuila y el Estado de México, el Plan C de López Obrador de lograr dos terceras partes del Congreso para reformar la Constitución, se ve muy lejano. Si bien podría haber continuidad de Morena en el poder para el siguiente sexenio, que logre tener todo el poder y el control, como lo desea el presidente, no parece un objetivo alcanzable.
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