La conferencia de prensa de ayer, encabezada por la secretaria de Educación del gobierno de México, Leticia Ramírez Amaya, fue como la esperábamos. Se puede resumir en tres palabras: defensa, simulación y error.
Como la esperábamos debido a que, como con la crisis de COVID-19, al presidente Andrés Manuel López Obrador, se le ocurrió que con regularidad los funcionarios e invitados a las conferencias fueran explicando y resolviendo dudas, que terminaron por servir para darnos cuenta de las contradicciones en que incurría el discurso de los funcionarios.
Ahora que ya se cuenta con las versiones oficiales, disponibles en la página Web de la Conaliteg y los podemos ver para constatar por nosotros mismos si las críticas que se han formulado a los nuevos libros de texto gratuito son ciertas o no, ya no tan fácil nos pueden dorar la píldora de que están bien hechos.
Tienen errores, los tienen. Qué tan graves son, pues ya depende del rigor con el que se quiera analizar. Si el rigor académico es bajo, es pobre, quizá puedan dejarse pasar. Pero si se aspira a la elevación de la calidad en la formación de los educandos mexicanos, el rigor debería ser elevado.
La defensa la comenzó la secretaria Leticia Ramírez, esa misma que habiendo sido profesora durante doce años, no supo explicar cómo se enseñaría matemáticas en lo que han denominado la nueva escuela mexicana. Su explicación técnica confundió más que aclarar, pero eso sí, dejó claro que “la propuesta educativa tiene que ver con qué tipo de ser humano necesitamos para seguir construyendo la patria”, pero sin reconocer que, como todos los gobiernos anteriores, éste tiene un interés específico, sólo que hoy mucho más doctrinario.
De Ángel Díaz Barriga, no hay mucho qué decir, luego de su “trai” en lugar de “trae”, “un ejemplo, por ejemplo”, dejémoslo en que su nerviosismo lo traicionó en escena y al que nada más entendimos que los docentes deberán articular lo que no está articulado, según lo que esté pasando en su escuela, porque los contenidos no serán fijos, será un plan de estudios “vivo”, así lo dijo.
La simulación corrió a cargo de Marx Arriaga Navarro, director de materiales educativos de la SEP, que habló de las amplias convocatorias a docentes y especialistas en las que participaron todos los que quisieron. Su primer dato lo puso en evidencia, menos de 2000 profesores participaron y sólo 46 de sus colaboraciones fueron publicadas.
Estamos hablando por ahí de un millón y medio de profesores, de los que sólo participaron directa y efectivamente alrededor de 2000. Las consultas no fueron sino lo que siempre se ha hecho con las masas: haciéndoles creer que colaboraron en forma horizontal, cuando en realidad todo fue centralizado. Quisieron hacerlo pasar por un esfuerzo democrático y no lo fue, por innovadores que ayer mostraron su inexperiencia y baja calidad académica. En suma, una simulación.
La cereza del pastel fue el error o, digamos, la justificación del error. Marx Arriaga usó una expresión neoliberal para referirse a los errores ortográficos encontrados. Dijo que más bien son “áreas de oportunidad”. Válgame, ya ni cómo ayudarle. Un libro para enseñar no debería tener errores ortográficos, aunque quieran llamarles áreas de oportunidad. El proceso de corrección falló, pues.
Una vez más, la cuarta transformación dando una versión lejana a la realidad, sus propios datos, su particular manera de entender. Esta fue la primera conferencia, habrá mucho más de que hablar en los siguientes días.
Y para iniciados
Una gran crisis institucional se cierne en Morelos. Dada la desarticulación entre las oposiciones partidarias y la sociedad civil, en buena medida ya opositora también, así como el respaldo total que han dado desde el centro a Ulises Bravo Molina, ahora se le podría ver a él como el principal actor político en la entidad, el que tendría la posibilidad de convocar a todas y todos para calmar la tormenta que los tiene enfrentados. Por la derecha, rebasó a los que andan en campaña y será la voz cantante en Morena. ¿Podrá con el paquete?