Perspectiva Electoral
Por Marcos Pineda

De manera muy común suele criticarse al sistema político mexicano por contar con muchos, dicen, demasiados partidos políticos. Sin restar importancia a la razón que les asiste a quienes aseveran que no tenemos ninguna necesidad de tener y mantener a tantos parásitos, oportunistas de la política electorera, porque a final de cuentas el beneficio que la mayoría de los partidos aporta a la sociedad es muy menor con respecto al costo que nos representan, hay porqués se producen en los sistemas electorales como el nuestro tantos nacimientos y defunciones de partidos políticos.
Ya lo explicó con mucho detalle y demostraciones de carácter científico el politólogo Maurice Duverger, cuando estudió los diferentes sistemas de partidos en las democracias occidentales. Que haya muchos o pocos partidos no depende de la voluntad ni del gobierno, ni de las cúpulas políticas y tampoco del pueblo, de los electores. La cantidad de partidos, de acuerdo con Duverger, es una consecuencia directa del diseño de las reglas y las instituciones electorales.
Las democracias en las que se elige a los representantes por los principios de mayoría, en las que el que gana, lo gana todo, producen sistemas bipartidistas o tripartidistas, es decir, de dos o a lo mucho, tres partidos políticos. Aunque haya sido por un voto de diferencia con su más cercano competidor, el que gana en la elección directa no comparte nada del cargo obtenido con aquél que quedó por debajo en la votación. Hay que subrayar, aunque haya sido por un solo voto. El ejemplo más claro de ello es el de Los Estados Unidos de Norteamérica. Son sistemas del todo o nada, porque el que gana lo gana todo y el que pierde lo pierde todo.
En cambio, en las democracias que se rigen bajo los principios de la representación proporcional, se producen sistemas multipartidistas. Las elecciones se llevan a cabo a través de la presentación de listas de candidatos por cada partido político. Y la distribución de los cargos en disputa se hace con base en la cantidad de votos, que haya obtenido cada partido político, siempre que hayan cumplido con los mínimos de porcentajes que establezca la correspondiente ley electoral. Es lo que aquí conocemos como los plurinominales. La lógica de este sistema es incluir en la conformación de los órganos de gobierno no sólo al partido que haya obtenido la mayoría, sino también a las minorías, siempre que tengan cierta representación de los electores. El mejor ejemplo al respecto es el sistema de España, donde han llegado a participar de manera efectiva más de ochenta partidos en una misma elección y cuyos comicios son por completo a través de listas plurinominales. No son sistemas de todo o nada, sino de la inclusión de acuerdo con los porcentajes que haya obtenido cada partido, con lo que garantizan una amplia representación de las minorías, sin que deje de tener preminencia el partido mayoritario.
El sistema electoral mexicano no es ni de mayoría pura ni de representación proporcional pura. Es un sistema mixto. Por lo que se producen varios partidos políticos, sin que lleguen a ser tantos como en España ni tan pocos como en Estados Unidos. Para el caso de la presidencia de la República, es del todo o nada. En la elección de los congresos, tato del de la Unión como de los locales y de los ayuntamientos y alcaldías, se aplica una combinación de ambos principios.
En suma, la existencia de muchos o pocos paridos políticos no depende de la voluntad de nadie en particular, sino del tipo de sistema electoral que se tenga. Por lo tanto, para que dejara de haber tantos partidos habría que modificar las leyes electorales, lo que también afectaría las posibilidades de que las minorías cuenten con espacios de representación. Qué tipo de partidos son, de oposición o satélites, ya es motivo de otro análisis.

Para iniciados
Mientras Renovación Política Morelense ofreció y recibió en sus filas como secretario general a Harry Nielsen, para comenzar con la integración de miembros de la sociedad civil, con un buen nombre y coherencia entre su decir y hacer, el PRI se sentó a platicar con Sergio Estrada, el que se hizo famoso nacionalmente por el llamado “helicóptero del amor”, bajo el argumento de que están abiertos a sumar esfuerzos. Bien por Leticia Salgado que dio muestra de una auténtica apertura y abrirse a la gente nueva, no a cartuchos ya quemados. Mal por Jonathan Márquez, ya que manda un pésimo mensaje, al parecer urgido de sentarse con cartuchos quemados, sin importar incluso qué tan quemados estén.
Excelente martes.
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