Por Jorge Meade Ocaranza

Morelos y en especial Cuernavaca, fueron de las regiones del país que más activamente participaron en el movimiento de la Revolución Mexicana, donde se vivieron distintas etapas entre los años 1915 y 1930, que desestabilizaron la política interna, su gobernabilidad y se afectó la economía de los cuernavacenses; los habitantes sufrieron carencias, malas condiciones de seguridad, pésimos caminos, falta de agua y desatención a la salud y educación. La ciudad no tenía recursos y la pobreza y rezago sociales se fueron acumulando.
El escenario antes descrito, se dio hace más de un siglo en la ciudad de Cuernavaca y al día de hoy, estas condiciones parecen repetirse. Cuernavaca y los ciudadanos viven en la inseguridad; con falta de agua; tenemos una ciudad sucia, con mala calidad de los servicios en el transporte como hace más de 100 años. En el 2015, arribó a Morelos un futbolista que no conocía la ciudad, ni Morelos, un personaje que inventó su residencia, corrompió a las autoridades electorales, soborno al líderes políticos, es decir, todo lo resolvió con dinero y ganó la presidencia municipal de Cuernavaca. “Parecía buena persona y no va a robar”, eso decían algunos ciudadanos que creían en Cuauhtémoc Blanco.
Cuernavaca ha venido acumulando un enorme rezago económico, una falta de coordinación entre el gobernador en turno y los presidentes municipales, ha sido gobernada por el PRI por el PAN, con aciertos y desaciertos, con señalamientos de corrupción, pero gobernada por cuernavacenses con identidad, amor a Morelos y a la ciudad, que siguen viviendo en Cuernavaca y Morelos.
Cuauhtémoc Blanco como presidente municipal de Cuernavaca, desde su arribo al municipio descubrió el mejor negocio de su vida, acompañado de su cómplice y manejador José Manuel Sanz, generaron una infraestructura de amiguismo y de corrupción que les generó enormes dividendos. Si Cuernavaca estaba endeudada, hoy a la salida de Cuauhtémoc Blanco, no solamente quedó más endeudada, sino que no hubo rendición de cuentas, ninguna obra significativa y Cuauhtémoc se dedicó a bachear y a pavimentar las mismas calles dos o tres veces; toda la obra pública lo canalizaba para sus socios empresas de amigos, (hasta con la remodelación de la Catedral hizo negocio el binomio Cuauhtémoc – Sanz). En este sentido, no tuvieron límites, pero eso sí, debemos reconocer que supieron ser víctimas de Graco Ramírez, en ese entonces gobernador, que enfrentado con el secretario de Gobernación, abrió la puerta para que Cuauhtémoc tuviese la protección federal. Se la llevó de muertito como los mejores episodios de Rosa Salvaje; se tiró al piso afuera de la Catedral en huelga de hambre, pidiendo respeto al municipio, alegando que el gobernador le negaba los apoyos, e incluso llegó hasta llorar. En redes sociales aún aparecen esos cuadros de ternura y al final una gran manipulación. Cuernavaca, la ciudad que por naturaleza se percibía como un destino turístico por su clima, por su calidad vida, sitio predilecto de fin de semana de los habitantes de la Ciudad de México, fue perdiendo su encanto; su agua privilegiada, sus barrancas, sus jardines se fueron por la falta de atención y mantenimiento cada vez contaminando más, que hasta el clima le cambio a la ciudad. Las noches seguras de Cuernavaca con restaurantes con una excelente gastronomía, el poder disfrutar de distintos sitios turísticos se fueron perdiendo y cerrando por tanta inseguridad; las familias aterradas dejaron de salir de sus casas; los padres preocupados por sus hijos prefirieron que estos emigraran de la ciudad por estudios o trabajo. El desarrollo económico se fue frenando las noticias diarias de muertes y ejecuciones, secuestros, feminicidios dieron notas nacionales e internacionales de la otra ciudad de la Eterna Primavera.
La realidad hoy es amarga para los cuernavacenses, a pesar del enorme presupuesto que gasta el jefe de prensa de Cuauhtémoc para tapar y cubrir la realidad de la inseguridad; los cuernavacenses saben cómo están viviendo en las peores condiciones que hayan conocido como fue hace más de cien años al término de la Revolución; las calles están destrozadas, se están desmantelando negocios en forma paulatina y no existe ninguna obra por parte del gobierno del estado o municipio significativa.
El personaje central de este proceso de descomposición social de la ciudad, es sin duda Cuauhtémoc que no pudo ganar la ciudad y quiso perpetuarse dejando candidato y presidente municipal; quiso seguir con sus negocios desde el gobierno del estado, elección que ganó por la coyuntura electoral de MORENA y López Obrador. Debemos resaltar que durante estos años de pugnas entre Cuauhtémoc, sus caprichos y sus negocios muestran claramente el impacto que a nivel local marcará la historia de Cuernavaca. Antonio Villalobos, de familias arraigadas de la ciudad a quien ser presidente municipal se la debe a una coyuntura legal y electoral, tampoco supo aliarse con la ciudadanía, hacer un buen gobierno y menos aún en su momento, denunciar cómo encontró su administración actual al municipio y hacer las denuncias formales antes las autoridades competentes. Hoy el lobito está señalado por corrupción por los corruptos, por su desorden y falta de experiencia y excesos; le tejieron bien la cama y hoy enfrenta una denuncia legal manipulada, orquestada por Cuauhtémoc Blanco; quitar a lobito y poner a otro cómplice que responde al nombre de Jorge Argüelles como presidente municipal. Ese es el objetivo de Cuauhtémoc Blanco y su camarilla de fuereños que hoy se va ampliando y hasta la familia le dio cargos políticos. El dilema es si los cuernavacenses lo permitirán, o Cuernavaca, la ciudad histórica orgullo de Morelos recuperará la conducción política de gente que ama a Morelos, nacida o no en la entidad pero que cuenta con un verdadero arraigo y una legal residencia o seguirá siendo botín hoy de los blanco, Sanz, Argüelles y de lo que se acumule, en la época que se llama de alianza de los actores políticos que se llaman en Morelos, los comerciantes, los empresarios y los profesionistas deben sumar y dejar atrás sus diferencias y no perder la oportunidad de recuperar la ciudad y echar a la calle a quienes con argucias y el recurso público del Gobierno del Estado quieren arraigarse como conquistadores de Azcapotzalco y Tepito. Es decir, la esencia de la política es reconocer las necesidades las coyunturas y construir acciones eficaces. Al día de hoy, el PRI, PRD y el PAN y otras fuerzas políticas están llamadas a unirse y postular buenos candidatos y evitar que Cuernavaca se siga hundiendo como paso hace más de un siglo. Las discordias personales y de grupo deben quedar atrás y asestar con la unidad con las propuestas con el amor a la ciudad con el convencimiento a las ciudadanos un duro golpe a los arribistas que comanda Cuauhtémoc Blanco. Después no nos arrepintamos de cómo estamos.

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