PERSPECTIVA, por Marcos Pineda.

Para sorpresa de muchos, Andrés Manuel López Obrador ha insistido en que a principios de septiembre de este año entregará la estafeta, la dirección del movimiento de transformación, a quien el 2024 se convertirá en la candidata o el candidato a la presidencia de la República.

Muy confiado en que, ya fuera mujer u hombre, el coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación, postulado por Morena, el PT y el Verde, ganará las elecciones y será su sucesor, López Obrador ya solamente se dedicará a encabezar el gobierno federal. Y una vez terminado su periodo presidencial se retirará para siempre de la vida pública. Así, tal cual, es como lo ha declarado.

De esta manera, nos ha revelado, en forma implícita, lo que no quiso aceptar abiertamente: con todo y licencia como militante de su partido político, afirmando en repetidas ocasiones que las cuestiones y decisiones partidarias no son de la incumbencia del Ejecutivo Federal, en realidad nunca ha dejado de ser el líder máximo.

Teníamos ya muestras a la vista no sólo de la influencia e injerencia de Andrés Manuel en la vida partidaria, aun cuando él lo negara en público. Hasta para defender sus candidaturas, en los últimos años los actores políticos han esgrimido supuestas negociaciones y acuerdos avalados directamente por el presidente.

Todo lo anterior cuadra con la fórmula de un reforzado presidencialismo mexicano, retomado por López Obrador para volver a maximizar las potencialidades que habían venido perdiendo los mandatarios mexicanos desde el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, hoy en posibilidades de restaurarse tanto o con mayor fuerza que en la época hegemónica del priismo, explicada magistralmente en los textos de Jorge Carpizo.

Pero, si al macuspano le ha costado tantos años, tanto trabajo político, enormes cantidades de recursos económicos -que, por cierto, no salieron de su trabajo ni de su bolsa- y sobreponerse a tantas derrotas electorales para al fin alcanzar el poder y convertir a su partido en el mayoritario, ¿cómo es que ahora está dispuesto a entregar la conducción política y retirarse a la vida privada?

Entre la gran variedad de versiones para dar una respuesta, destacan tres: Una, que miente y, en realidad, tratará de seguir ejerciendo el poder tras el trono, algo así como lo que hizo Plutarco Elías Calles en el Maximato. Dos, que cerca de terminar el proceso para designar a su sucesor, se ha dado cuenta de que el sistema político no ha cambiado de fondo, no fue objeto de la transformación y que, por tanto, quien llegue a sucederlo podría romper con él, aunque guardara las formas, reconociéndole su importante e histórico papel. Y, tercero, que como la salud del presidente se ha deteriorado sensiblemente y, si continúa en esa ruta, ya no le será posible seguirse desempeñando con la fuerza y vigor que lo caracterizaron durante décadas, prefiere dejar ya amarrado el tema de la sucesión, con el fin de evitar una crisis política que derivara en el resquebrajamiento de su partido y hasta pudiera llevarlo a la derrota electoral.

Como sea, tiene conciencia de que una vez fuera de la escena pública, Morena no volverá a ser lo mismo y nada garantiza que continúen sus triunfos electorales, sin la figura del presidente, encabezando todo y a todos.

Y para iniciados

La guerra de las encuestas sigue su curso. La manipulación de los resultados y su publicación a modo también. A este paso, ni las que mande a hacer Morena serán tan fáciles de creer. Requerirán de una alta dosis de transparencia. Por ejemplo, la recopilación de evidencia, la digitalización de los cuestionarios aplicados, la exposición y análisis de las bases de datos y demás. Todo ello de manera pública para que los expertos puedan dar una opinión técnica y científica sobre su confiabilidad. Existe metodología para ello, claro que sí. Sin embargo, las encuestadoras patito, esas que aparecen quién sabe de dónde, así como desaparecen terminados los procesos electorales, difícilmente aceptarán transparentar su trabajo de campo. Al tiempo, ya veremos quienes sí y quienes no asumen el reto.

La información es PODER!!!

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