*El futuro de la prensa escrita

Por Miguel Ángel Isidro

En mayo de 2014, la salida de la connotada periodista Jill Abrams de la dirección ejecutiva del periódico The New York Times puso en evidencia dos aspectos críticos de la industria editorial en nuestro tiempo: por un lado, la persistencia de un entorno misógino que lamentablemente sigue escamoteando oportunidades y reconocimiento a la labor de las mujeres periodistas, y en el otro extremo, la severa presión que la internet está ejerciendo a la prensa tradicionalista.

Y es que, a pesar de su proclamado espíritu progresista, y de su elevada aportación a la construcción de la conciencia crítica en nuestra sociedad, en su connotación de industria, el periodismo impreso sigue siendo un sector sumamente resistente al cambio.

La antepenúltima gran revolución del periodismo impreso se dio a mediados del siglo pasado, con el surgimiento de los rotativos en formato tabloide. Este tipo de periódicos, fue concebido por los genios de la mercadotecnia como una herramienta para llevar el ritual de hojear el periódico a uno de los espacios de mayor afluencia en las grandes urbes: el transporte público.

La masificación de los sistemas de transporte colectivo hacía poco práctico el manejo de los diarios en formato standard para los pasajeros, aún cuando tuvieran la oportunidad de viajar sentados. Por ello el periódico tabloide se convirtió en el fiel acompañante de los lectores en tranvías, autobuses y en el metro.

Al principio, los ultraconservadores consideraban que el nuevo formato atentaría contra la fidelidad de los anunciantes, pero al paso del tiempo, se demostró que el mercado reacciona positivamente cuando se le presentan diversas opciones.

En la actualidad, en todo el mundo circulan importantes periódicos en formato tabloide, y en México, tenemos como ejemplo a dos grandes pioneros de dicho segmento, como La Prensa y el periódico Esto!, a la postre, uno de los primeros diarios deportivos de gran tiraje a nivel mundial.

Retornando al ejemplo del New York Times, el gran dilema para la prensa escrita se encuentra en cómo seguir siendo competitivos frente al agresivo crecimiento de los portales y blogs de noticias en internet.

Adicionalmente, llama poderosamente la atención la preponderancia que han adquirido las redes sociales como herramienta de intercambio y difusión de noticias. Los usuarios de plataformas como Facebbok y Twitter son cada vez más exigentes, a un comentario sigue una nota, una fotografía, un video… mientras que la prensa escrita enfrenta la desventaja de la temporalidad, habida cuenta de sus tiempos de producción.

Una de las más severas recriminaciones que Jill Abrams sufrió por parte de sus superiores en el New York Times fue la constante pérdida de liderazgo del rotativo en cuanto a la generación de primicias en el terreno de la información política y financiera. Para los altos jerarcas del diario es sumamente inaceptable que plataformas como BuzzFeed o The Huffington Post –ambos medios de muy reciente creación- le estuvieran comiendo el mandado a una institución de gran tradición periodística como el Times.

Y al más puro estilo de los retrógradas, optaron por matar al mensajero.

La cuestión es digna de análisis. BuzzFeed, por ejemplo, fue originalmente concebido en 2006 como un macro blog experimental para concentrar información de entretenimiento, moda y música proveniente de las distintas redes sociales. Su creador, Jonah Peretti tuvo la visión de ampliar su cobertura a otros ramos, como la política, los negocios y los movimientos sociales. Actualmente tiene más de 50 millones de usuarios al mes, y ha incursionado con gran éxito en el periodismo de investigación y análisis.
Un caso similar ha ocurrido con The Huffington Post, lanzado en 2005 por Ariana Huffington y Kenneth Lerer, considerado el primer “gran” diario liberal en línea de los Estados Unidos, y que actualmente cuenta con varias ediciones filiales en América Latina y Europa.

Su condición de blog “concentrador” de noticias lo ha convertido en un referente obligado del periodismo moderno, y la seriedad de sus contenidos le ha merecido hacerse acreedor del prestigiado premio Pulitzer en la categoría de reportaje.

Tanto en Estados Unidos como en Europa, va en crecimiento el número de periódicos y revistas que paulatinamente han dejado de circular en versiones impresas para optar definitivamente por circular a través de internet. Los costos crecientes de la producción y la paulatina escasez del papel ha hecho que la alternativa digital sea un paso casi obligado para que la prensa pueda competir en las nuevas plataformas que brinda la tecnología actual.

Sin embargo, todavía faltan algunos años para que pueda considerarse como definitiva la desaparición de la prensa escrita. Desde este humilde espacio, el afectuoso consejo para los amigos editores es no caer en el mismo error que los jerarcas del New York Times. La competencia está en la información, no en la forma en que se reproduce y se difunde. La tecnología ha llegado para que podamos apropiárnosla en beneficio de nuestros lectores, ya sea en medios impresos o cibernéticos.

A la tecnología tenemos que entenderla, y convivir con sus ventajas y desventajas. Pero de ningún modo podemos aspirar a competir contra ella. Esa es una carrera que seguramente perderemos.

Hay que tener el cuenta que la información tiene un comportamiento similar al del agua: se le puede almacenar, contener, desviar, ponerle sabores y colores artificiales, pero en última instancia, siempre encuentra la forma de seguir corriendo, o simplemente se evapora para precipitarse en terrenos más favorables. A los medios les corresponde ser el recipiente del cual abrevan las audiencias; tanto su ausencia como su exceso provocan malos resultados.

La evolución de la cultura de la información es ineludible. Que sea para el bien…

Twitter: @miguelisidro

Artículos Relacionados

Deja un comentario